El eje es otra de esas palabras que nos articula la vida: eje del mal, eje del cambio, eje franco alemán, de la acción de gobierno, de la trama.... Ojo al dato: la vida está llena de ejes.

Todos tenemos un eje personal, ya sea un ideal, una pareja, una ambición, un trabajo... que nos mantiene en un movimiento circular perpetuo alrededor de él y que si desaparece o se rompe nos deja descoyuntados.

En las familias también suele haber un/a eje sobre el que giran los demás miembros y que cuando falta, todo el grupo estalla despedido por una incontenible fuerza centrífuga.

Las sociedades también se mueven alrededor de muchos ejes que no me atrevería a identificar porque normalmente, no es algo que uno elija sino que vienen dados y te obligan a girar alrededor de ellos absorbidos -en este caso- por una incontenible fuerza centrípeta.

Lo de la copla de: "porque no engraso los ejes me llaman abandonao" tiene mucho de cierto. Es verdad que muchas veces acabamos girando alrededor de un eje totalmente cochambroso que puede no gustar al público pero que a nosotros nos encanta, como nos gustan esas cosas viejas de las que cuesta tanto desprenderse o sustituir por más que estén desfasadas o fuera del mercado.

También es verdad que a veces vivir alrededor de un eje oxidado y no ser capaz de cambiarlo puede ser un infierno. Aquí es dónde se hace más necesaria la intervención de un profesional de la axiología que nos ayude con ello -para no acabar como el borracho dando vueltas alrededor de la farola buscando unas llaves que sabe que no están ahí-.

Hay ejes de desarrollo, como el que mi amigo Lamas llama la Galifornia, es decir, el eje Coruña-Vigo -aunque habría que revisar si este eje sigue tan engrasado como lo estaba hace unos años, o si tras la crisis del ladrillo se ha descuadrado hacia otros territorios -.

En muchos casos los ejes se forman de manera aleatoria o si acaso, sin saber muy bien cómo. Cuando se constituye un eje de este tipo se crea una especie de campo magnético que hace que los elementos afines vayan siendo atraídos a su órbita.

Viendo la prensa rosa en una de esas tardes inacabables de hospital, me encontré con un reportaje que hacía referencia a los llamados JESP: jóvenes empresarios sobradamente preparados. Bajo estas siglas y esa categorización se describía la vida de tipos tales como Colate Vallejo-Najera, Rafael Medina, Alejandro Agag, Javier Hidalgo, Álvaro Muñoz Escasi o Rosauro Baro. El elemento común a todos ellos era su titulación de "joven empresario", aunque en la mayoría de ellos no se aclaraba bien a que tipo de empresa se dedicaban. Esto de los JEPS es un eufemismo tan borroso como el de los "asesores" -que últimamente también han proliferado de una forma alarmante-.

El caso es que documentándome sobre la vida y obras de estos individuos habituales de la farándula, de vida aparentemente desahogada y empresarios ellos de las noches de Cabiria, encontré otro elemento en común en todos ellos que es a lo que quería llegar: un eje.

Hay un eje de los JEPS identificados y de otros muchos elementos afines que orbitan alrededor del mismo pugnando por conseguir una órbita exclusiva que es el eje Marbella/Miami. No hay joven empresario de no se sabe bien qué, ni adinerado enmascarado, ni chanteurs du matin -cantamañanas en traducción libre-, que no frecuente el eje MM.

Cuando parece que la mayoría de los ejes han volado en pedazos, el eje MM está más engrasado que nunca. Cosas de las crisis. Así que no lo piensen más, busquen algún argumento, alguna habilidad, alguna empresa rarita, algún famoso/a disponible o algún desconocido que frecuente el mismo y entren en la órbita del eje MM que se vive de coña. Allí descubrirán el país de la risa ahogada en Moët-Chandom, del deportivo sin espuelas, de las tetas divinamente operadas, del yate-cagas, y de los Jepsitos haciendo negocios para sus empresas sin ERE. Váyanse, huyan de la hecatombe y dejen una nota escrita con carmín en el espejo: estoy en MM haciendo empresa. Acojonante para la que está cayendo.