Bodas secretas. Hay que reconocerlo. Están en boga las bodas secretas. Elsa Pataky, Penélope y Bardem, Telma Ortiz y ahora Alejandro Sanz. El otrora Alejandro Magno -así se hacía llamar en los albores de su carrera, ¿qué quieren?, todos tenemos un pasado- se ha casado con Raquel Perera, madre de su hijo (tercer hijo, creo, de otras tantas madres, he perdido un poco la cuenta, como con Alberto de Mónaco). Se ve que hicieron ceremonia legal en Barcelona y un combinado de celebración nupcial y bautizo en la finca extremeña del cantante. Y los invitados se creían que iban sólo a lo del niño y a Pau, Paulina Rubio, le pilló en minifalda. Se creen que han inventado algo. Pero si Sara Montiel, en esto como en cruzar el charco y emigrar a Hollywood, fumar puros habanos, hacerse manicura de fantasía y traerse de Cuba un cubano, ya fue pionera. "¿Pero qué invento es este?", gritaba a los paparazzi jugando al despiste a las puertas del juzgado tras contraer nupcias con Tony Hernández, a quien ya habrán olvidado, me temo. Pero todos estos son matrimonios secretos de pacotilla, que luego siempre se acaban sabiendo. Secreta, secreta de verdad de la buena, en España solo ha habido una boda. Una ceremonia de los tiempos periodísticos previos a emparentar con la realeza cuyas fotos no ha visto nadie. Y de los que las vieron dieron buena cuenta los Men in Black con su neutralizador. Seguro.

Isabel es nombre de reina. La Pantoja habla y sube el pan. Se ve que a la tonadillera le pierde un telefonazo en directo a televisión. Ya le pasó una vez, en Canal Sur, cuando, moqueando, gritó, como sólo una folclórica sabe gritar, a modo de quejío, "Estoy haaaarta de la familia Rivera". Pantojismo profundo, como el blog (existe un blog llamado así). Le volvió a pasar cuando, recién sellado un sustancioso contrato con Telecinco, sufrió otro calentón y llamó a la competencia, a Susanna Griso. "Soy como la Infanta", les dijo. Se refería a sus asuntos presuntos con Julián Muñoz, ese exalcalde al que ha echado en el olvido (hasta que el banquillo los vuelva a unir), y los de Cristina con Iñaki Urdangarín. "Soy como la Infanta". Pues es verdad. Una grande de España. Una mujer con nombre de reina. Y con un heredero dinástico, aunque éste haya tirado por otros derroteros

Herederos. Charlene de Mónaco podría estar en estado de buena esperanza. Poder, podría. Es mujer en forma y edad fértil y Alberto II, pese a las dudas de algunos, ha demostrado sobrada capacidad procreadora. Es el único príncipe del siglo XXI, que yo sepa, que tiene reconocidos por ahí dos hijos y algún otro bajo sospecha. Lo que no tiene todavía es quien le herede el trono. Para eso eligió a la exnadadora. Charlene hace lo que otras siglos atrás. Napoleón Bonaparte se casó enamoradísimo de Josefina, pero la repudió por no darle un hijo. Peor fue lo de Catalina de Aragón. Tuvo un varón que murió a los pocos días de nacer y al menos cuatro abortos más y una hija con mala salud que falleció. Enrique VIII la cambió por Ana Bolena, a la que le fue todavía peor, sobre todo a su cabeza. Pero no hay que remontarse tan atrás. El Sha de deshizo de Soraya porque no quedaba embarazada. Charlene al menos respira tranquila. La decapitación ha caído en desuso.

Por mi finca mato. La de los Janeiro es una crisis coral. No hay miembro de la familia que no tenga problemas, excepto quizá Víctor que, al menos por ahora, se ha librado de pasar por el altar con Beatriz Trapote. La Agencia Tributaria ha anunciado subasta de un cachito de Ambiciones, la finca de Ubrique donde tomó sus primeros biberones Andreíta, la hija de Belén Esteban. Reclama el usufructo del que supuestamente disfrutaba Humberto, el padre del torero que ha dejado a deber un pico. Jesulín ha sacado pecho. Ha aclarado que recuperó las riendas de la propiedad y que Ambiciones es suya y sólo suya. Y que su tierra no se la toca nadie. Que por ella, en dos palabras, ma-ta.

La casamentera. Yo no he visto mujer más casamentera que la duquesa de Alba. Predica con el ejemplo. Ella misma se ha casado tres veces. Y por viudedad, que no hay nada que la ponga peor a Cayetana que un divorcio. Miren a la pobre Genoveva Casanova. No hay día que no le pregunten por la inminente reconciliación con Cayetano Martínez de Irujo. La mejicana, como está de promoción de unas joyas de aire azteca que ha diseñado, no tiene reparos en contestar: "Siempre nos hemos llevado muy bien y siempre vamos a tener una relación bonita. No hay reconciliación porque nunca me he peleado. Nuestro objetivo es mantener a la familia unida por encima de todo. Yo también siempre hablo de la duquesa de Alba como mi suegra". Genoveva y Cayetano están ahora en las mismas que pasaron Eugenia y Fran Rivera. Se casaron, se divorciaron, tuvieron un montón de novios y novias, pero la duquesa, erre que te erre, apostando porque volverían a estar juntos. Cayetana se lleva bien con todas sus nueras y exnueras, salvo con Inka, la mujer de Jacobo. Y con sus exyernos, ni te cuento. No solo adora a Francisco, también al hermano de éste, Cayetano. Y, cómo no, le quiere casar. El otro día, en el estreno del nuevo programa de Julia Otero, le pidió al torero que no deje escapar a su novia Eva González. Cayetano tiró capotes fuera: si un día se casan, la señora duquesa será la primera invitada de la lista. Palabra.

A Carmen Lomana la llamaron pija por anunciar que los ricos se estaban quedando sin cash cuando debieron llamarla visionaria. El tiempo ha dado la razón a esta avezada analista financiera. Carmen, Tita, Cervera, Thyssen, se ha visto en la tesitura de muchas españolas. Solo que ella en lugar de vender una joyita de familia subasta un Constable, un cuadro que vale de 25 a 50 millones de euros. La maldición de los millonarios es que pueden tener yates -como el Mata Mua, llamado así por sus Gauguin-, mansiones y arte, mucho arte, pero calderilla no. Y a ver cómo vas tú con un Goya bajo el brazo a la peluquería, a por el pan o al metro. A la duquesa de Alba le pasa lo que a la baronesa Thyssen. Tiene patrimonio, palacios, títulos, latifundios y cuadros, pero no lleva suelto. La baronesa y la duquesa son mujeres de carne y hueso. Las revistas mostraron la desnudez de ambas y airearon sus desavenencias con las nueras para que el mundo viera que, desnudas y suegras, son como todas. Tita ha sido la última víctima de la crisis. De la crisis en general y de la de Bankia en particular. Lo cuenta Rosa Villacastín: la baronesa firmó un acuerdo de esos de mecenazgo con la Fundación Caja Madrid. Y así le ha ido. Como a todas.