Es evidente que la luz del sol es beneficiosa para nuestro estado de ánimo y nuestra salud favoreciendo la síntesis de vitamina D, mejorando problemas cutáneos como el acné o la psoriasis, etc. Pero debemos prevenir sus efectos adversos, que podemos concretar en quemaduras solares, cáncer de piel, fotoenvejecimiento, cataratas, etc. Debemos ser conscientes de la necesidad de protegernos bien: sombreros, cremas solares adaptadas a nuestro fototipo, gafas para la protección ocular, etc.

Los expertos recomiendan protección solar durante todo el año, verano e invierno, pero olvidamos sus consejos cuando queremos broncearnos rápidamente. Es un error que deberíamos evitar, pues la protección diaria es imprescindible para prevenir el envejecimiento cutáneo y la aparición del cáncer de piel.

Diferentes estudios científicos han demostrado que los rayos solares influyen en el envejecimiento de nuestra piel. Además, en verano y sobre todo durante las vacaciones estivales, la piel se deshidrata y aparecen más manchas y descamación dérmica. Para evitarlo es necesario usar un protector solar e hidratarnos adecuadamente por dentro y por fuera.

Un primer paso sería conocer nuestro fototipo, fundamental para aplicar la protección adecuada. Acude a la farmacia si tienes alguna duda acerca del grupo al que perteneces, pues suelen clasificarse en seis:

-Fototipo 1: característico de personas de piel muy blanca, ojos azules, pecas y pelo rubio-rojizo. Sus portadores suelen sufrir eritema (granitos de color rojo muy picantes por todo el cuerpo al ser sometido a los rayos solares). Siempre se queman y nunca se broncean. Sufren fotoenvejecimiento intenso y de inicio temprano.

-Fototipo 2: se da en personas de piel blanca, ojos azules o verdes, pecas claras y pelo rubio o castaño claro. Pueden sufrir eritema, se broncean mínimamente y suelen quemarse.

-Fototipo 3: típico de personas de piel blanca, ojos marrones, pecas escasas y pelo castaño o trigueño. No suelen sufrir eritema, se broncean poco y a veces se queman.

-Fototipo 4: es propio de personas de piel más pigmentada, ojos marrones o negros, no suelen tener pecas y su pelo es más oscuro. No sufren eritema, su bronceado es moderado y raramente se queman.

-Fototipo 5: es el de personas de piel morena, ojos marrones o negros, sin pecas y pelo oscuro. No se queman, no padecen eritema y se broncean intensamente.

-Fototipo 6: personas de tez morena o negra, de ojos y pelo normalmente negros. No se queman nunca y su "bronceado" es marrón oscuro o negro.

Todos deben utilizar un fotoprotector adecuado, que se define como un producto cosmético que contiene filtros solares que previenen los daños causados por la radiación solar. En ellos se incluye el factor de protección, parámetro que indica el número de veces que el fotoprotector incrementa la capacidad de defensa natural de la piel frente al eritema o enrojecimiento previo a la quemadura. Una posible clasificación sería:

-Baja: 10

-Media: 15-20-25

-Alta: 30-50

-Muy alta: 50+

Es imprescindible una utilización racional, siendo mejor broncearse lentamente que someterse a un exceso de radiación. El uso del fotoprotector presenta múltiples ventajas:

-Su correcta aplicación reduce los problemas relacionados con el exceso de exposición a la radiación.

-Los laboratorios incluyen en su formulación un excipiente (que facilita su distribución y lo hace resistente al agua) y principios activos (que actúan como filtros solares y con propiedades antioxidantes, nutritivas, etc.)

-Contienen conservantes, colorantes y perfumes que no causan reacciones alérgicas.

-Sus propiedades químicas permiten su comercialización en forma de cremas, lociones, geles, sprays, etc.

-Deben ser aplicados media hora antes de la exposición para que sus efectos sean óptimos.

Recomiendo acudir previamente a un especialista sanitario (médico o farmacéutico) que nos indique nuestro fototipo y el fotoprotector más conveniente para el uso que pretendemos hacer. También debes consultarles la compatibilidad del sol con la toma de ciertos medicamentos fotosensibles (como los antibióticos o algunos antidepresivos) o la necesidad de cubrir las cicatrices y lunares para evitar la aparición de manchas solares.

Elegir el fotoprotector idóneo resulta complicado, ya que depende de diversos factores. De manera general, debemos optar por un fotoprotector con factor elevado, no escatimar en la cantidad, extremar las precauciones en zonas sensibles (cara, cuello, calva, orejas, etc.), ponerlo media hora antes de la exposición al sol y repetir la aplicación a menudo sin esperar a notar "que nos pica la piel".

No olvides aplicarte cremas hidratantes para después del sol (after sun), nutritivas para compensar las pérdidas de vitaminas y minerales y otras específicas para evitar la aparición de radicales libres.