"La razón de la llegada del otoño es distinta a la que la mayoría de la gente cree", desvela Marcos Pérez, director de la Casa de las Ciencias de A Coruña. Si una gran parte de la gente piensa que la estación de las hojas secas llega hoy porque la órbita terrestre está en un punto más o menos cercano de la órbita solar, a la que rodea, la verdadera razón es otra.

"La razón astronómica explica que es el eje de la Tierra el responsable de la llegada del equinoccio de otoño", afirma este físico. Y es que la inclinación del eje de la Tierra, con respecto al plano de la órbita elíptica que describe el movimiento de traslación de nuestro planeta al girar alrededor del Sol, provoca que las posiciones de la Tierra cambien con respecto al astro rey.

De esta forma, la Tierra estará "tumbada hacia el sol o hacia el lado contrario, lo que hará que los rayos solares incidan de una forma u otra sobre nosotros", explica Marcos Pérez. De acuerdo con esto, el otoño se situaría en uno de los momentos del año en los que la inclinación de la Tierra estaría "tumbada" hacia el Sol, junto con la primavera, el otro equinoccio.

Una de las características del otoño, que es compartida también por la primavera, -y se debe por lo tanto a la inclinación ya citada- es que la duración del día y la noche de la jornada que lo inaugura es exactamente igual. "A partir de ese momento el sol saldrá por las mañanas cada día un poco más tarde y se pondrá antes", apunta el físico, con lo que las horas de sol se reducirán de forma paulatina, aunque el otoño sea la época del año en la que la longitud del día se acorta de forma más rápida. Además, otra particularidad de ambas estaciones es que el día en el que llegan el sol sale exactamente por el este geográfico y se pone por el oeste.

"El otoño es, junto con la primavera, una situación intermediaria hasta llegar a los extremos, el invierno y el verano", apunta Marcos Pérez, quien añade: "Así pasa en A Coruña y en cualquier lugar que no esté en el Ecuador". Y es que los efectos de la inclinación del eje terrestre son más acusados cuanto más lejos se esté del ecuador geográfico, motivo por el que en los polos llegan a tener seis meses de luz y seis de oscuridad.

El día que llegue el solsticio de invierno, y el otoño vea su fin, será la noche más larga del año. En A Coruña, concretamente, "el sol saldrá sobre las 09.00 horas de la mañana y se pondrá a las 06.00 horas de la tarde", según muestra Marcos Pérez en unos gráficos elaborados por él mismo.

La jornada de hoy, día 22, es la elegida por el otoño para hacer su aparición, aunque bien podría haber sido mañana. Esta variación se debe a que el año dura 365 días -lo que tarda la Tierra en dar una vuelta alrededor del Sol- y además un cuarto de día, una seis horas. Estas se acumulan cada cuatro años y forman el año bisiesto, conocido por tener un día más en el calendario y por ser necesario para ajustar el comienzo de cada una de las estaciones. "Sino se hiciera de ese modo, el comienzo de las estaciones se iría desplazando", según apunta el director de la Casa de las Ciencias. Como ejemplo recurre a la época del Renacimiento, en la cual ese ajuste no se llevaba a cabo y las estaciones desplazaban sus días de comienzo de forma constante.

El otoño también trae consigo el habitual cambio de hora, que se produce a finales del mes de octubre, y que Marcos Pérez define como : "Una opción cultural, social y económica a medida que se hacen los días más cortos y hay que aprovechar la luz". Respecto de sus beneficios, el físico apunta que "no están claros económicamente". Esto se debe a que el cálculo del ahorro por el cambio de hora es complejo, ya que varía entre cómo afecta a empresas y a particulares. De todos modos, Pérez subraya una ventaja: "nos permite disfrutar de atardeceres más tardíos".

El otoño puede ser definido como una época de transición, desde el punto de vista meteorológico, ya que recoge características del verano y del invierno, en función de la proximidad a cada una de estas estaciones. José María Pascual, meteorólogo de la delegación en Galicia de la Agencia Estatal Meteorológica (Aemet), habla del otoño como "una fase progresiva hacia el tiempo invernal, un pasillo de borrascas", en referencia a una época en la que el anticiclón de las Azores se desplaza hacia el sur para dejar de ser tan influyente sobre los fenómenos meteorológicos.

De este modo, las borrascas se presentan como las protagonistas de los otoños, masas frías que se alternan con periodos de buen tiempo, dando lugar a los "veranillos", en palabras de Pascual, situados en medio de épocas con tiempo menos estable. Y es que estos frentes fríos son los responsables de muchas de las características del otoño. Los vientos extremos, las lluvias torrenciales o el fuerte oleaje del mar dependen directamente de las borrascas, que inciden en la cornisa cantábrica de forma más fuerte que en el resto del país. Así, los temporales -frentes de nubes convectivas- son muy frecuentes en la costas gallegas, dando lugar a "tornadillos" en esta época del año. Del mismo modo, las fuertes lluvias están asociadas a los temporales y dependen del grado en que afecten las borrascas. Estas nacen evolucionan y mueren, y en función de la fase en la que se encuentren cuando "pasen por encima de nosotros", explica Pascual, "se manifestarán de una forma u otra".

Respecto de la bajada de temperatura asociada a este periodo, que camina hacia el invierno, esta se relaciona con las largas noches, durante las que se "pierde el calor", según indica el meterólogo gallego.