Cuantas veces has oído (o dicho tú mismo) ¡cómo me duele la cabeza! ¡me siento fatal! Y seguro que es cierto. Esos dolores tienen diferentes orígenes y causas, pero no debes descartar la posibilidad de que se deba al padecimiento de una cervicalgia (dolor cervical).

Quienes lo padecen saben lo difícil que es convivir con ella porque varía desde una ligera molestia hasta una sensación dolorosa incapacitante que no cesa y de la que es complicado encontrar el origen. Se define como un dolor en la región cervical irradiado en ocasiones hacia la nuca, las extremidades superiores o los laterales del cuello.

Debido a su alta prevalencia entre la población, constituye un motivo frecuente de consulta médica y, en ocasiones, de baja laboral porque incapacita a quienes la sufren. Los datos son muy claros y demuestran que la padece un 10 % de la población adulta y que la posibilidad de aparición se incrementa con la edad. Es más habitual en mujeres que en hombres y se suele cumplir la premisa de que la tendremos en algún momento de nuestra vida. No suele ser fácil descubrir por qué se produce, aunque se han encontrado casos en los que el problema subyacente es una hernia discal, osteoporosis, escoliosis, etc.

Podemos clasificarla en aguda o crónica. Las agudas son las que surgen de manera repentina o por malas posturas (ante el ordenador, en la cama, etc.). Las crónicas son permanentes en el tiempo (duran más de tres meses), el dolor no es tan intenso pero su resolución es más larga.

Las causas son variadas. Normalmente se origina debido a una patología muscular, articular, ósea, traumatismo, pinzamiento de un nervio, mala postura o estrés. Así:

-Un trauma directo o indirecto como el síndrome de latigazo cervical tras un accidente de coche puede generar esguinces y hasta hernias cervicales.

-Una contractura que causa el dolor (tortícolis).

-Enfermedades de la columna en la zona cervical (hernia discal, artrosis, etc.) en las que el dolor cervical irradia a uno o ambos brazos, antebrazos o dedos por compresión de las raíces C5, C6, C7 y D1.

-Causas psicosomáticas debidas a la ansiedad por sobrecarga de trabajo y estrés.

-Estreñimiento crónico, que puede ocasionar contractura cervical.

-Malas posturas al dormir, al trabajar en el ordenador, etc.

El dolor suele ser difuso, de aparición brusca o progresiva y puede irradiarse a la región interescapular (entre los omóplatos), brazos, antebrazos, dedos, etc. y acompañarse de rigidez de la zona, adormecimiento, hormigueos, debilidad, visión borrosa, inestabilidad o mareos. Las contracturas pueden acompañarse de cefaleas por compresión sobre vasos y nervios, y que empeoran al final del día. Los síntomas incluyen dolor generalizado en la zona cervical, rigidez muscular en el cuello, dolor irradiado hacia los brazos, cabeza, manos, dedos, hombros y omóplatos, sensación de hormigueo en brazos y dedos, etc.

Se diagnostica por la clínica y la exploración física. El médico detecta problemas musculares por sobreesfuerzo, malas posturas, acúmulo de tensiones en el trabajo o problemas personales que pueden tensionar la musculatura del trapecio y del cuello. Se analizan los movimientos del cuello, los músculos y nervios que pueden estar afectados, se estudian los movimientos de las articulaciones y, si lo consideran necesario, se hace una radiografía o alguna otra prueba que confirme el diagnóstico (TAC, resonancia).

En función del proceso de que se trate el tratamiento pasa por:

-Reposo y calor local, si es aguda.

-Adoptar posturas correctas.

-Dormir con la almohada adecuada que se adapte a la anatomía del cuello.

-Utilizar técnicas de relajación.

-Recibir un masaje relajante y descontracturante.

-Intentar fortalecer la musculatura cervical con termoterapia (calor local), ultrasonidos, masaje.

-Terapia farmacológica con analgésicos, antiinflamatorios y relajantes musculares. Deben ser prescritos por el médico y no se recomienda abusar de su consumo; sigue las pautas que él te indique y no te automediques.

La prevención puede ayudarte, sobre todo si ya la has padecido en ocasiones anteriores y reconoces lo que resulta perjudicial para tus cervicales:

-Higiene postural, conocer las posturas correctas y los ejercicios que se pueden realizar en casa. Si es necesario debes cambiar la zona de trabajo, la almohada, el sofá, etc. para poder adoptar las posiciones más saludables.

-Reducir el estrés, porque es una causa directa de contracción cervical.

-Hacer ejercicios adecuados para fortalecer la musculatura del cuello que te ayuden a mantenerlo en la posición idónea.

-Practicar pilates, pues sus movimientos (bien realizados) mejoran tu postura.

-Nadar a crol o de espalda, evitando la braza.

Consulta cualquier duda con tu médico y acude a la consulta si percibes algún síntoma. El diagnóstico y tratamiento de cualquier patología siempre debe ser realizado por él.