Suspendieron su examen como padres pero, tras meses o años de esfuerzo, lograron recuperar la que hasta entonces era su asignatura pendiente: sus hijos. Un total de 159 menores gallegos ingresados en centros o acogidos por familias ajenas a la suya dejaron de estar bajo la tutela de la Xunta en 2011 para volver con sus padres biológicos después de que estos solucionaran los problemas -adicción a drogas, vivir en un ámbito poco aconsejable para niños o encontrarse en una situación económica crítica, entre otros- que les impedían hacerse cargo de ellos. Casi el 90% de esos niños y adolescentes (140) que regresaron a sus hogares de origen durante el pasado año procedían de residencias, y únicamente 19 se encontraban en situación de acogimiento familiar.

La Xunta asume la tutela de un menor cuando, tras analizar un caso sospechoso de negligencia, confirma que existe una "situación de desprotección". La alerta puede llegar por diferentes vías: en ocasiones son los propios niños o adolescentes los que informan, a través del Teléfono do Menor, de la situación que viven en sus casas, pero también se puede detectar que existen problemas en un hogar a través de informes escolares, de los servicios sociales o de la Fiscalía, en caso de que hubiera una denuncia previa. Desde la Consellería de Benestar resaltan que, a veces, son los propios padres los que piden ayuda "porque no pueden hacerse cargo" de sus hijos. En la actualidad, la Xunta tiene bajo su tutela a un total de 1.431 menores. Pontevedra es la provincia con más niños o adolescentes en esa situación, 599; seguida de A Coruña, con 473; Ourense, con 211; y Lugo, con 148.

La 'repesca'

Los padres tienen un plazo de dos años para demostrar un cambio de actitud o hábitos y recuperar la tutela de sus hijos. Pasado ese tiempo, si no se observa una mejoría, se iniciarán los trámites para una acogida permanente o una adopción. "La primera opción es que los menores puedan regresar, cuanto antes, a sus hogares de origen", indican desde Benestar. Para conseguir que esto sea así, la Administración autonómica trabaja con las familias, mediante programas específicos, charlas con asistentes sociales para educarlos en los aspectos que fallaban -medidas de higiene, alimentación, escolarización de los menores ... -, o terapias para evitar el consumo de drogas o alcohol, en el caso de que existiera una adicción.

Cuando un niño pasa a estar tutelado por la Xunta, siempre se intenta buscarle un hogar de acogida -bien con la familia extensa (tíos, abuelos, etc ...), o con una ajena-, en el que residirá hasta que sus padres biológicos solucionen los problemas que les impedían asumir su cuidado o, en el caso de no poder volver con ellos, hasta que se encuentre una familia adoptiva. "Siempre se trata de priorizar el acogimiento del menor, por ser el medio óptimo para su desarrollo. Cuando no sea posible, irá a un centro de internamiento, apuntan desde la Consellería de Benestar, que, en colaboración con Cruz Roja, dispone de un banco permanente de familias dispuestas a acoger temporalmente esos menores tutelados por la Xunta.

A 30 de septiembre, un total de 212 niños y adolescentes gallegos se encontraban viviendo con familias ajenas a la suya, 103 de ellos en A Coruña, mientras que 42 estaban a la espera de un acogimiento familiar (26, en la provincia coruñesa). Grupos de hermanos y recién nacidos son los colectivos con más dificultades para ser acogidos.