Apagar la luz durante una hora. Un año más, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) propuso ayer a los ciudadanos de todo el mundo este sencillo gesto para reclamar que se tomen medidas concretas para controlar las emisiones de CO2 y frenar, así, el impacto del cambio climático.

En España, cientos de lugares y edificios emblemáticos se quedaron a oscuras entre las 20.30 y las 21.30 horas. Entre ellos, la plaza de María Pita, la Torre de Hércules (salvo la linterna del faro), la fachada de la Casa del Hombre y la cúpula del monte de San Pedro, en A Coruña; y la Casa Consistorial, el Castillo de Santa Cruz, la avenida Ernesto Che Guevara, y los paseos marítimos de Santa Cruz, de Mera y A Ría, en Oleiros. Además, el Ayuntamiento coruñés, que difundió la iniciativa a través de las redes sociales, encendió un conjunto de velas formando el lema 60+, de 6x5 metros, en la plaza de María Pita, iluminó -también con velas- los locales de hostelería del entorno y realizó actividades para los niños, como el pintado de dos pequeños murales con el 60+, y otro con el oso panda de WWF.

Las catedrales de Santiago y de Tui; la fachada del antiguo Rectorado y su entorno, la plaza del Rey, la fuente de la plaza de España, la fuente y la pérgola de la calle Aragón y la fuente de la calle Gran Vía en Vigo; la iglesia de la Peregrina, la basílica de Santa María, el monasterio de San Francisco y la fachada del ayuntamiento, en Pontevedra, fueron otros de los enclaves emblemáticos de Galicia que se quedaron ayer a oscuras, durante sesenta minutos, para luchar por el planeta, una estampa que se repitió en todo el globo terráqueo.

La presidenta del WWF, la ecuatoriana Yolanda Kakabadse, considera que más allá del "significado simbólico" de la Hora del Planeta, esta campaña tiene un "significado real", que son las transformaciones medioambientales que le seguirán. "Hacer que el público en general, niños, adultos, piensen durante el acto de apagar la luz en que están contribuyendo con el Planeta es muy importante. Es un acto simbólico, pero tiene un trasfondo. Porque lo que viene después es la pregunta, ¿qué puedo hacer de verdad?", explicó Kakabadse en una entrevista con Efe. "Es una fiesta simbólica y eso es importante para todos. Pero tiene un impacto, porque durante esos sesenta minutos se puede reflexionar sobre qué puedo hacer en lo cotidiano. ¿Cerrar el grifo? ¿Apagar la luz en las habitaciones que no use? ¿Usar el transporte público?", agregó.