El Gobierno ha eliminado la fecha de caducidad de los yogures, que hasta ahora fijaba un límite de 28 días desde el momento de su elaboración, y deja libertad a los fabricantes de estos productos lácteos para que establezcan una fecha de consumo preferente. España se equipara así a la normativa de la práctica totalidad de los países europeos, que establecen fecha de consumo preferente y no de caducidad en el caso de estos lácteos.

El cambio de normativo quedó fijado el pasado viernes mediante la publicación en el Boletín Oficial del Estado (BOE) Real Decreto 176/2013, que deroga a su vez la normativa existente desde 2003. A partir de este momento, los yogures que se compren en España ya dejarán de tener impresa en su tapa el día en que caducan, aunque habrá que esperar unos meses para verlos en los supermercados con la fecha de consumo preferente, puesto que los fabricantes "deberán llevar a cabo las pruebas correspondientes para fijar la duración de sus productos".

La nueva normativa forma parte de un plan estratégico presentado por el ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete, Más alimento, menos desperdicio, que persigue reducir a la mitad, hasta 2025, los desechos alimenticios, tal y como acordó el Parlamento Europeo.

Y es que España es el sexto país de la Unión Europa (UE) que más comida desperdicia, 7,7 millones de toneladas cada año, por detrás de Alemania (10,3 millones), Holanda (9,4 millones), Francia (9 millones), Polonia (8,9 millones) e Italia (8,8).

Arias Cañete precisó que el plan estratégico del Ejecutivo "revisará los aspectos normativos", en colaboración con los operadores implicados de la cadena agroalimentaria, para evitar, por ejemplo, que se desechen alimentos que no cumplen unos criterios "estéticos" para la venta o por defectos en el envasado.

El ministro planteó que algunos productos podrían llegar a la población a través de los bancos alimentos sin ocasionar tensiones de mercado, aunque reconoció que antes deben solucionarse algunos problemas, como los logísticos y la ausencia de capacidad de frío de estos centros de distribución para su mantenimiento.

Arias Cañete defendió la eficiencia en el consumo alimentario por motivos económicos, sociales y ambientales, y como una manera de responder al aumento de la "vulnerabilidad" de la población y a sus necesidades de nutrición en un momento de crisis económica.

El plan estratégico del Ministerio contempla la elaboración de guías de buenas prácticas para agricultores, empresas y operadores de la cadena alimentaria, que recogerán "medidas correctoras" para evitar que la comida acabe en el cubo de la basura. El departamento que dirige Arias Cañete tiene previsto fomentar, además, el diseño de nuevas tecnologías para mejorar la eficiencia en el aprovechamiento de los productos y relanzar las auditorías en empresas para evaluar las pérdidas y los canales cortos de comercialización y venta directa.

En el mundo se pierde o despilfarra un tercio de la producción, es decir, unos 1.300 millones de toneladas al año, según la FAO. La cifra del desperdicio en Europa asciende a 89 millones de toneladas al año, según la UE. De ellos, el 42 % se produce en los hogares, el 39 % en procesos de fabricación, el 5% en la distribución y el 14%, en los servicios de restauración y catering.