La princesa de Asturias volvió a elegir una creación de su diseñador de cabecera, Felipe Varela, para asistir a la ceremonia de investidura de los nuevos reyes de Holanda, Guillermo-Alejandro y Máxima.

El vestido largo, en seda y tul titanio, con un bordado con microperlas de acero y cristal, que realzaba su figura, sobre el que lucía la Gran Cruz de Carlos III.

Doña Letizia acompañaba su vestimenta con un tocado disco con pétalos de organza y plumas al tono, firmado por María Nieto. Además, calzaba sandalias y portaba un pochett en ante hematite de Magrit.

Por su parte, el príncipe de Asturias vestía el uniforme de gala de la Armada española con varias condecoraciones, con la banda de la Orden de Guillermo.

En la cena de gala del lunes llamó la atención la tiara floral que portó la princesa Letizia, y que fue comprada por el rey Alfonso XII en el siglo XIX y recuperada, después de que la familia real se desprendiera de ella, por el dictador Francisco Franco en 1962 como regalo de bodas a la reina Sofía.

Según informaron fuentes de casa real, la diadema de oro y plata con diamantes fue un encargo del rey Alfonso XII a la firma inglesa J.P.Colins en 1879 para su prometida, la archiduquesa María Cristina de Hamburgo.

Después, según indicaron estas fuentes, la tiara "salió de la familia" y, ya en el siglo XX, fue recuperado por la firma Aldao. Cabe suponer que la diadema floral fue vendida por los Borbones.

Ya en 1962, Franco adquirió la diadema en la casa de joyas como regalo de bodas para doña Sofía. La segunda hija de los Reyes, la infanta Cristina, la lució el día de su boda con Iñaki Urdangarin. Se trata de una diadema con talla brillante y talla perilla, con motivos florales y vegetales, y una flor central adaptada para broche.

Al igual que doña Letizia, la mayoría de las invitadas de las casa reales se decantaron ayer por los tonos neutros, entre ellos, el azul, el beige, el gris o el blanco roto.

La princesa María de Dinamarca escogió un vestido con escote en pico, manga ajustada al puño, en el que destacaba un fajín con un dibujo de hojas de diferentes colores, que acompañaba con un tocado en un suave gris.

Combinación dual de gris y blanco que también eligió la princesa Mette-Marit de Noruega, en un vestido con estampado adamascado y cuello a la caja, mientras que Matilde de Bélgica volvió a sorprender por una colorida elección, decantándose por un traje en color rosa fucsia con sombrero rosa palo.

Por su parte, la duquesa de Cornualles, Camilla, optó por un vestido en color azul bebé que coronaba con un tocado floral en tonos plata, con un vuelo similar al que lució en su boda.

Una de las que, sin lugar a dudas, despertó mayor curiosidad fue la princesa heredera de Japón, Masako, quien realizaba su primer viaje oficial en once años y reaparecía muy sonriente, fiel a su estilo sobrio, con un vestido en beige y casquete a juego.

El champán fue, en cambio, la elección de color de Victoria de Suecia, quien eligió para la esperada ceremonia de investidura en Holanda un vestido sobrio, de líneas rectas, con pamela a juego rematada con una gran rosa.

Las tonalidades oscuras fueron la excepción de la ceremonia de ayer en Amsterdam, como el total look de la jequesa de Qatar o la elección de Mabel de Holanda, una de las más elegantes de la jornada al lucir un vestido en color negro, largo, con un único aplique en blanco que transformaba su manga izquierda en un lazo de gran tamaño.

El terciopelo salpicado de pedrería fue el tejido elegido por Lalla Salma, la princesa de Marruecos, quien lució una túnica verde botella que resaltaba aún más su cabello rojizo, de los pocos libres de tocado o sombrero.