Michael Haneke recibió la noticia de que era un príncipe de las Artes en Bruselas, donde prepara la adaptación de Cosí fan tutte, de Mozart, para la Ópera La Monnaie de la capital belga, la misma obra que estrenó, el pasado mes de febrero, en el Teatro Real de Madrid. El presidente del jurado, José Lladó, le telefoneó y él se mostró encantado y muy agradecido. Haneke es el sexto galardonado en los treinta y tres años de historia de los premios, vinculado al cine. Luis García Berlanga, Fernando Fernán Gómez, Vittorio Gassmann, Woody Allen y Pedro Almodóvar le precedieron. Ya ha visto un vídeo sobre la ceremonia de entrega y afirma que acudirá a Oviedo, el próximo mes de octubre, a recoger el galardón.

- El fallo del jurado destaca que su cine es "de profundas raíces europeas". ¿Está de acuerdo? ¿Qué significa Europa para Haneke?

-Para mí Europa es la riqueza de su diversidad.

-Su cine, que puede definirse como de autor, ha sido, sin embargo, muy premiado. ¿Considera su expresión artística de élite, o juzga, por el contrario que el cine es una expresión de masas?

-El cine puede ser una cosa, minoritario, y la otra, una expresión de masas. Y, a veces, es las dos cosas al mismo tiempo.

-A usted le gusta tratar los aspectos más sombríos de la condición humana, pero, a la vez, no es un cine totalmente desesperanzado. ¿Cómo considera la dimensión moral de su trabajo?

-Respeto al espectador como ser autónomo e inteligente. Ese es el requisito fundamental de la comunicación.

-¿Cree que al lenguaje cinematográfico todavía le quedan nuevas revoluciones o es un programa ya agotado?

-Conociendo todos los programas ya explorados, uno parte de cero ante cada página en blanco.

-¿Cómo se relaciona con la industria cinematográfica en general y con la americana en particular?

-Todo premio es bienvenido porque los premios aumentan las condiciones de tu trabajo.