Aunque sea una manera de expresarlo un poco extraña, sí es real, pues son muchos los que perciben esta sensación dolorosa sin saber a qué atribuirlo. Piensan en el dolor de cabeza, de una muela, de oídos, de cervicales o de cualquier otra estructura de la zona y no suelen darse cuenta del origen de su problema hasta llegar al especialista adecuado que conoce el tema. Pueden estar sufriendo bruxismo.

Esta palabra describe una alteración que afecta a la articulación que une cráneo y mandíbula, a los músculos de la masticación y a la boca en general. Se caracteriza por el apretar y rechinar de dientes que presionan tanto las estructuras de la boca como las que rodean la mandíbula, provocando normalmente dolor e inflamación, aunque los enfermos también han descrito ardor y picor como síntomas.

Suele afectar a niños desde los 4 años, aunque no es infrecuente en adultos -sobre todo mujeres-, reduciéndose la incidencia en la vejez. Puede manifestarse de día, de noche o en ambos períodos. El diurno se relaciona con el estrés y el paciente suele apretar los dientes cuando se siente nervioso. El nocturno suele deberse a un problema en el sueño (por el propio estrés, por ejemplo) que provoca el rechinar de dientes durante ciertas fases del descanso, llegando incluso a romperse alguno. Se caracterizan dos tipos: céntrico, por apretar los dientes y excéntrico, al rechinar.

Las causas no se conocen con exactitud, pero se considera relacionado con un factor genético unido al estrés diario, así como problemas en la masticación, contactos anómalos entre dientes, posición inadecuada durante el sueño, traumatismos en la zona craneal, enfermedades sistémicas articulares (artritis, por ejemplo), párkinson, etc.

Los síntomas son múltiples: fatiga de los músculos mandibulares, dolores articulares en la mandíbula, sensibilidad y desgaste de los dientes, fracturas dentarias, limitación de la apertura de la boca, rechinar de dientes, ruidos en forma de crepitaciones o chasquidos, dolor de oído, mandíbula, garganta, cuello y espalda, ansiedad, estrés, cefaleas, etc. La profilaxis se basa en cuidados generales: visitar anualmente al dentista, mantener una higiene oral adecuada, evitar los estimulantes, no automedicarse, descansar adecuadamente en la cama, mantener la mandíbula relajada, evitar aperturas excesivas de la boca así como morder lápices, masticar chicle o morderse las uñas.

El diagnóstico puede iniciarlo uno mismo observando la sintomatología descrita (estrés, ruidos al masticar, dolor al bostezar, sensibilidad dental, etc.). El especialista lo realiza por anamnesis, exploración completa y pruebas complementarias como la resonancia magnética o los análisis de sangre. Si se asociase a otras patologías (reumatológicas, psicológicas, etc.) resultaría necesaria la colaboración de varios especialistas.

El tratamiento busca reducir el dolor, prevenir el daño dental y evitar el rechinamiento:

-Para el dolor se realizan técnicas de relajación muscular (cara, cuello, mandíbula, etc.), fisioterapia, aplicar frío o calor en función de la sensación percibida, reducir el estrés, fármacos analgésicos y/o antiinflamatorios, dormir bien, eliminar de la dieta alimentos duros y aumentar el consumo de agua.

-Para prevenir el daño dental el tratamiento específico consiste en la utilización de placas de descarga personalizadas, que se ajustan perfectamente a la dentadura del paciente. Son moldes rígidos (férulas) que se colocan en el momento de acostarse y evitan el roce de los dientes relajando las articulaciones. También se utilizan técnicas de ortodoncia para modificar la mordida. En último extremo se recurre a la cirugía.

-En casos leves puede omitirse cualquier medida, pues el trastorno desaparecerá al variar los hábitos nocivos del paciente.

-En casos más serios o cronificados se recomienda reducir la presión en la zona, fisioterapia, infiltraciones, artroscopia e, incluso, cirugía.

El pronóstico es bueno, pero si provoca problemas para comer o dormir, debe ser tratado inmediatamente para mejorar la calidad de vida de quienes lo padecen y evitar otras patologías de mayor gravedad. Consulta a tu médico, sigue sus indicaciones y no te automediques para tratar el dolor.

Los padres que lo detecten deben acudir al dentista para que proporcione las pautas adecuadas y así minimizar los efectos en sus hijos. Escúchales y observa cómo duermen o comen para poder reconocer el bruxismo. Lo habitual es relacionar los síntomas con otros problemas (los dolores de cabeza con problemas oculares, por ejemplo) por lo que la llegada al especialista pasa, en ocasiones, por un largo proceso.