Música para tratar a los pacientes con trastorno de déficit de atención o hiperactividad. Esta es la innovadora propuesta del centro Attendere de A Coruña, uno de los primeros en Galicia en aplicar el método Tomatis, que consiste en la estimulación del paciente mediante sonidos musicales modificados electrónicamente. La terapia va dirigida principalmente a los afectados de TDAH, cuya sintomatología incluye desde la inatención o la impulsividad hasta la falta constante de concentración.

Leon Eisenberg, el afamado psiquiatra de Massachussets, conocido por sus estudios pioneros sobre trastornos como el autismo o la propia hiperactividad, falleció en 2009. Poco antes de su muerte, según el diario alemán Der Spiegel, dejó una controvertida sentencia, la cual causó numerosos debates en la Red: "El TDAH es un trastorno inventado".

La psicóloga Cinty Martínez Villar, del centro Attendere, matiza las palabras del experto. "El trastorno de déficit de atención con hiperactividad es un concepto moderno. Nace del afán actual de clasificarlo todo, de darle un nombre y catalogar todas las cosas que ocurren", indica. En palabras de la psicóloga del centro: "Podríamos decir que está sobrediagnosticado. Es que en casos así no deberíamos hablar de enfermedades en lo general, si no de enfermos. Cada uno tiene sus causas y síntomas particulares y creo que resultaría demasiado inexacto atribuírselo todo a un mismo origen. Lo realmente importante es que estos niños tienen problemas y debemos ayudarlos lo mejor posible."

"El oído es, junto a la vista, el sentido que procesa más información. Si tú le hablas a alguien y ya se pone muy nervioso, o reacciona de forma extraña, es que algo falla. Y no solo eso, también controla funciones como el equilibrio. Si tenemos problemas ahí eso puede manifestarse en la forma de trastornos psicomotrices" explica Martínez Villar. "El oído electrónico ayuda a recuperar lo que llamamos escucha ideal, que es la que tendríamos de no sufrir esos problemas, y así el niño puede tranquilizarse y ser más consciente de su entorno y sus acompañantes".

En cualquier caso, el método Tomatis no cura. El oído electrónico no es un remedio infalible que cure milagrosamente los trastornos, pero a pacientes hiperactivos, con falta de atención o comunicación, o incluso con casos leves de autismo, puede ayudarles a alcanzar la paz que necesitan.

La psicóloga explica todo el proceso que siguen en Attendere. En primer lugar realizan la historia del paciente (un 57% de los mismos son niños de los cuales, alrededor de 8 de cada 10 son oriundos de A Coruña). Martínez Villar mantiene que "es muy importante hablar con él un buen rato y conocerlo lo suficiente, no solo intercambiar cuatro palabras y hacerse una idea vaga de lo que le puede ocurrir". Se le realiza entonces un test de escucha. Según Martínez Villar "tiene un componente que se centra en la vía auditiva y otro en la ósea, por vibraciones. Representamos cómo lo capta el paciente, y su respuesta a ello, en una gráfica doble. Si la curva ósea supera o toca a la auditiva es que algo falla". En otras palabras, si el niño percibe más información mediante las vibraciones que capta su cuerpo que con el sonido, esto puede significar un trastorno en su percepción, que pueda llegar a afectar a su conducta, derivando en falta de atención graves o problemas similares. Y es entonces cuando Wolfgang Amadeus Mozart entra en escena.

"Cuando estimamos que podemos ayudar al paciente le sometemos al oído electrónico. Se le aplica cantos gregorianos y, sobre todo, música de Mozart, debido a que favorece el sentimiento de vitalidad y su tempo se acerca a los ritmos biológicos", mantiene Martínez Villar, antes de añadir que "estas melodías, filtradas y distorsionadas, además de acompañadas de las vibraciones oportunas, se modifican para coincidir en la curva que debería percibir el niño, y así proporcionan calma a un joven que habitualmente carece de ella, por lo que obtiene mejor percepción de todo lo que le rodea, lo que puede llegar a volverle bastante más comunicativo."

Teresa Seoane adoptó a Sergio en 2005, cuando él tenía aún dos años. Vino desde Siberia, aquejado de desnutrición, problemas psicomotrices y diversos trastornos de atención. No logró hablar bien hasta los cinco años. "Él entendía todo lo que le decíamos, pero apenas pronunciaba palabra", dice Teresa. "Sabíamos por ello que no era un problema neurológico, pero los médicos solo hablaban de pastillas y de tratarlo con fármacos. Curiosamente, lo mandamos a la piscina y el ejercicio le hizo mejorar. No siempre se soluciona todo con medicamentos", añade.

"Otro problema puede ser el cambio de rol en la escuela. Antes se iba a aprender, ahora se va a estar con los amigos y no se mantiene el mismo nivel de atención, lo cual en muchos niños es nefasto", asegura Martínez Villar."Y si dan problemas se le echa la culpa a los padres o se les receta algo para que estén tranquilos. Y la solución no es esa." Hoy en día a los niños "se les tiene demasiado tiempo sentados y muy poco jugando, y eso es perjudicial, sobre todo para chicos como Sergio" cuenta Teresa. Con un brillo en los ojos, añade finalmente : "Esto te cambia la vida. Sé que estoy haciendo todo lo posible para mejorar su vida y estamos consiguiendo resultados. Incluso llegué a dejar el trabajo y ahora no podría ser más feliz".