El pasado año, se contabilizaron 105.682 secuestros en México. Las noticias sobre la violencia en ese país encuentran hueco fácilmente en los medios de comunicación. Quizás por ello, no les resultó difícil a los familiares de los músicos españoles de Delorean creer sin dudas a una voz que les llamaba por el teléfono asegurando que sus chicos estaban secuestrados.

El padre de Ekhi Lopategi, uno de los miembros de la banda, relataba ayer que "los secuestradores se turnaban torturándoles psicológicamente de forma constante" a través de las llamadas de teléfono. "En la habitación de al lado (se oía) una motosierra y te decían que te iban a mandar a tu hijo en trocitos", añadió este familiar.

Mientras, los cuatro músicos permanecían encerrados en la habitación de un hotel sin ninguna motosierra al lado. Nadie estaba junto a ellos físicamente prohibiéndoles la salida pero otra voz por teléfono les señalaba que corrían peligro fuera y que el mejor lugar para estar bien era ese. Esas voces mentían a los familiares asegurando que tenían secuestrados a sus hijos; y engañaban al grupo indicándoles que corrían peligro cuando no era cierto. Es lo que se llama un secuestro virtual.

"El terror es terror y hemos sufrido 48 horas de terror", aseguraba ayer a los medios un portavoz de las familias. Con simplemente, no coger la llamada o salir de la habitación donde estaba el supuesto secuestro habría terminado pero ambos lados estaban sugestionados.

"Hay que pensar en la angustia de los familiares y en la poca posibilidad que hay de descubrir el engaño, a no ser por un descuido", opina el psicólogo gallego Manuel Castro Bouzas, del Colexio Oficial de Psicoloxía de Galicia. "Este tipo de recreaciones de una situación conflictiva ocurre en algunos juegos de rol. Se vive una realidad de fantasía o inventada. Lo que hay es un engaño bien montado; parte básicamente del manejo y el control de las fuentes de información. Incluso las propias víctimas desconocen qué está pasando pero tienen el hilo de comunicación roto con sus familias o el exterior para saber qué ocurre", añade Castro Bouzas.

"Es una cuestión de ilusión y engaño. Las presuntas víctimas no conocen la situación y los familiares son engañados y acaban pagando porque reciben una información errónea que no pueden corroborar. Eso ocurre en Distrito Federal en México, donde hay cambios en los husos horarios. El triunfo está de la mano de quien engaña porque la familia de los afectados no tiene tiempo de reacción al ser como un secuestro exprés", indica el psicólogo Manuel Castro.

En el caso del grupo vasco Delorean, la intervención de la Interpol, las fuerzas de seguridad mexicanas y las españolas resolvió el caso el pasado martes y a última hora de la tarde de ayer los chicos de esta agrupación musical española ya volaban de regreso a España.