Los niños de San Ildefonso no fueron los únicos que ayer repartieron suerte. Los alumnos del colegio San Pelayo-Enma de Santiago no cantaron el Gordo pero hicieron felices a muchos padres, familiares y profesores con un pellizco del quinto premio de la lotería de Navidad. Apostados a las puertas del centro escolar vendieron rifas con la intención de conseguir fondos para pagarse un crucero por el Mediterráneo. Y al final su número, el 5.721, llegó con recompensa, un premio de 60.000 euros. En total, estos estudiantes de cuarto de ESO vendieron diez series, de manera que repartieron más de 600.000 euros.

Ya no quedará ningún niño de la clase sin embarcarse en el crucero. "Había niños que no podían asumir el coste del viaje pero ahora podrán ir todos", explicó satisfecha la directora de este colegio concertado de Santiago, Enma Mosquera. Los 23 niños de la clase vendieron participaciones de cinco euros del número 5.721 „un euro de donativo para financiar el viaje escolar y cuatro euros que se jugaban en la lotería de Navidad„. De esta manera, cada rifa tendrá un premio de unos 1.200 euros, un pellizco que no vendrá nada mal a las familias en estas fechas.

"Mis dos padres están en paro, así que este dinero nos va a venir muy bien", asegura Lucía, una de las estudiantes del San Pelayo de Santiago que vendió las rifas entre familiares y profesores del centro. "Sé de alguno que ya está diciendo que se lo va a gastar todo en cruasanes", bromea su padre en alusión uno de los compañeros de colegio de su hija.

Lucía y su familia pasaron casualmente por delante del centro, frente a la plaza de Abastos de Santiago, y se encontraron a la directora con el décimo en la mano bombardeada por los flashes de los fotógrafos. El WhatsApp del móvil de esta joven estudiante de ESO echaba humo. Durante toda la mañana no dejaron de llegarle mensajes de compañeros y amigos dándole las gracias por venderle las rifas. "Es una alegría muy grande, la verdad es que es increíble", asegura eufórica Lucía.

"Estamos muy contentos porque está repartido entre todos los profesores y papás del centro, aparte de los familiares de los niños", recalca Enma. Casi nadie se resistió a comprarle una participación a los chavales, pero como en casa de herrero, cuchillo de palo, uno de los pocos profesores del centro que se quedó sin participación fue precisamente el hermano del lotero que repartió el premio y que además es cotitular del establecimiento. Aún así Jesús Pazo Quintela estaba encantado. "Me alegro un montón, por el colegio y por mi madre", explicó ayer.

Su madre, María Fernanda, estaba pletórica. La administración de lotería número 10 de Santiago, conocida como Pichita, que ella regentaba y que ahora llevan sus hijos repartió ayer trece series del quinto premio, casi 900.000 euros.

La mayoría, diez de estas quince series, fueron repartidas en participaciones para el colegio donde trabaja su hijo, y las demás las vendieron en la administración. "Aún ayer a última hora llegó un chiquillo y se llevó dos décimos de este número. Me acuerdo porque dudaba entre el 5.721 y otro, pero al final se llevó éste", recuerda María Fernanda Quintela.

El premio la cogió totalmente por sorpresa. Tanto que ni siquiera tenían abierta la administración de lotería. Cuando los niños de San Ildefonso cantaron el quinto premio con el número 5.721 en torno a las 13.00 horas, la familia de loteros estaba tranquilamente en su casa.

"Tardamos un poco porque no estaba preparada para venir", sonrió coqueta ante las cámaras. "Estoy encantada de la vida. Si queréis hasta me pongo a bailar", bromeó.

La única pena que le quedó es que no lograron vender las quince series del décimo que les llegaron a la administración de lotería. "Tuvimos que devolver catorce décimos más o menos", explica.

Es la primera vez que la lotería de Navidad hace parada en esta oficina de Santiago. Hasta la fecha había pasado de largo. Solo habían repartido suerte al vender un segundo premio de la Lotería Nacional y una bonoloto que resultó premiada con 146.000 euros.

Por eso el entusiasmo en esta administración de lotería fue doble. "Estamos contentísimos, al ser la primera vez la alegría se multiplica", reconoció su hijo Fernando.

El número 5.721 era el "patito feo" de la administración de lotería de Pichita, en Santiago. "Los bajos no los quiere nadie", reconocía María Fernanda Quintela, la madre del titular de la oficina que repartió el premio.

Números bajos y raros

Sin embargo, María Fernanda tiene las cosas claras. "Me gustan los números bajos y los raros también", aseguró. Y, por suerte, es ella quien se encarga de escoger los números que se venden en la administración de lotería que regenta su hijo. "No hay números feos y la prueba es ésta. Le ha tocado un quinto premio", reconoce el titular de la oficina, Fernando Pazos Quintela.

El número 5.721 no fue el único que trajo un quinto premio a Santiago. En la capital gallega también se vendió un décimo del 81.156, premiado con 6.000 euros.

Fue la administración de lotería número 3 de la capital gallega la que repartió el único premio de este número en Santiago. El afortunado fue un visionario que no compró ninguno de los décimos de la oficina sino que pidió explícitamente que le consiguieran o bien ese número o esa terminación.

"Lo vendimos por máquina y no me acuerdo quien fue. Suele pasar cuando a alguien no le convencen los número que tenemos que nos pide uno específico o bien una terminación determinada", explicó el titular de esta administración, José Luis Tojo.