El primer ministro irlandés, Enda Kenny, pidió ayer perdón por los abusos cometidos contra menores en colegios religiosos, dos días después de que el Tribunal de Derechos Humanos condenara a este país a pagar una multa e indemnizar a una víctima de maltratos.

Esta corte, con sede en Estrasburgo, dio el martes la razón a Louise O'Keeffe, de 46 años, quien denunció y señaló al Estado irlandés como responsable de los abusos físicos y sexuales sufridos en 1973 a manos del director de la Escuela Nacional de Dunderrow, un centro regentado por la Iglesia católica, aunque con fondos públicos, en el condado sureño del Cork.