El romanticismo, la emotividad y la ternura invadieron ayer los muros de la Ciudad del Vaticano con la presencia de más de 20.000 prometidos de todo el mundo que acudieron a celebrar San Valentín, la fiesta del amor, junto al papa Francisco. Bajo el lema de La alegría del SÍ para siempre, las jóvenes parejas vivieron una gran fiesta, tanto religiosa -con los consejos del Papa, el primero en celebrar este santo- como musical, con la interpretación de clásicas baladas románticas. El matrimonio fue el eje central de la ceremonia, en la que el Papa argentino animó a los presentes a no temer este "paso definitivo", en un discurso en el que recurrió a su habitual sentido del humor provocando en ocasiones la carcajada general.