El papa Francisco comprobará en Ammán el próximo 24 de mayo que Jordania es un oasis de paz en medio de los conflictos bélicos provocados por la guerra entre religiones, asegura el padre Khalil Carlos Jarr, el sacerdote al que el Vaticano ha encargado el alojamiento del Santo Padre durante su visita a los lugares bíblicos que se encuentran más allá del Jordán. Jarr (Belén, 1953) es presidente de Mensajeros de la Paz en Oriente Medio e impulsor de un programa de convivencia entre jóvenes árabes e israelíes. Gran admirador del padre Ángel, vaticina desde la capital jordana una revolución dentro de la Iglesia católica española, de la mano de monseñor Ricardo Blázquez, "un pastor", declara, que poco tiene que ver con su antecesor en la presidencia de la Conferencia Episcopal Española. "Rouco Varela se había estancado en el franquismo", lamenta sin tapujos este párroco que ha sufrido dos secuestros en Bagdad, habla seis idiomas y reconoce que dejó a su novia hondureña cuando sintió la llamada de Jesús. "La pobre pensó que estaba borracho", añade sin dejar de sonreír un solo momento.

-Árabe, sacerdote, católico, presidente de Mensajeros de la Paz en Oriente Medio y nacido en Belén. Padre Carlos, ¿cómo descubrió usted su vocación pastoral?

-Nací en Belén en 1953 en el seno de una familia cristiana católica. Somos hijos de la iglesia madre de Jerusalén. Descubrir mi vocación sacerdotal fue todo un milagro imprevisto porque le puedo asegurar que tuve una juventud muy ajetreada.

-¿Una juventud muy ajetreada?

-Sí. La mayor parte de mi juventud la pasé en Honduras, a donde se trasladó en 1967 toda mi familia. Me gustaba mucho el baile y la música. Era un joven que quería las cosas que les gustan a los jóvenes.

-¿Llegó a tener novia?

-Sí. Nací en Belén, tuve novia pero sentí que mi vida tenía que estar ligada a la de Jesucristo. La dejé un 14 de febrero.

-¡Menudo regalo de San Valentín!

-Le dije que tenía que regresar a Belén. Yo vivía aún en Honduras. Tenía muy claro que quería regresar para ayudar a la gente más necesitada en la patria de Jesús. Mi pobre novia se pensó que estaba borracho.

-¿Cómo encajó su familia esta decisión?

-Fue un golpe muy duro para ellos pero al final mi madre intercedió y todos, incluidos mis ocho hermanos, aceptaron mi decisión. Me vine a Jerusalén y me ordené en 1976. He sido párroco en Jordania e Israel y secretario privado del Patriarca de Jerusalén. Yo sentí dentro de mi corazón que mi vida tenía que estar ligada a la de Jesucristo. ¿Sabe que nací en una casa pegada a la Basílica de la Natividad de Belén?

-¡Eso debe de imprimir mucho carácter!

-Muchísimo. El fundador de Mensajeros de la Paz, el padre Ángel, me dijo cuando me conoció que era un privilegio estar con un sacerdote que, como Jesús, había nacido en Belén. Encontrarme con el padre Ángel ha sido una de las bendiciones de mi vida. También agradezco a Dios el que me haya dado la oportunidad de estar con Benedicto XVI y Juan Pablo II.

-¿Cómo vivió su reunión con el Papa emérito, quien le agradeció la labor que hace por acercar a jóvenes árabes e israelíes?

-Benedicto XVI estaba muy contento por el proyecto que desarrollo desde Jordania para lograr a través de los jóvenes la paz en Oriente Medio. Me fui al Vaticano con jóvenes judíos, cristianos y musulmanes que se han unido a este plan de respeto mutuo. Benedicto XVI nos bendijo a todos.

-¿Se sintió más apoyado por Benedicto XVI que por Juan Pablo II?

-Los dos papas, ahora santos, tenían personalidades muy diferentes. Juan Pablo II vino a mi parroquia de Ammán. ¡Qué hombre más cautivador! Era un líder de masas y un amante de la juventud. Juan Pablo II se parecía mucho al padre Ángel. Tienen la personalidad propia del que sabe lidiar con ricos, pobres, niños y ancianos. Ratzinger es más profesor que comunicador pero es una de las personas más generosas que he conocido.

-¿Dónde está la esencia de esa generosidad?

-En su renuncia al Pontificado. Ha dado un paso al lado consciente de que no podía continuar la labor para la que había sido elegido y es el principal apoyo ahora de nuestro papa Francisco, quien va a liderar sin duda la revolución de la Iglesia. Los primeros pasos ya los ha dado y supongo que hasta en España se ha notado el germen de esa revolución con la llegada a la presidencia de la Conferencia Episcopal de monseñor Blázquez.

-¿Conoce usted a monseñor Ricardo Blázquez?

-Sí. He estado en dos ocasiones con él y gracias al padre Ángel. Doy gracias a Dios porque Blázquez haya sustituido a Rouco Varela. Monseñor Blázquez liderará la necesaria revolución de la iglesia en España.

-¿Tan mal estaba la Iglesia en España con Rouco Varela?

-Rouco Varela se quedó estancado en Franco. Estamos en 2014 y parecía que no se había dado cuenta de que Franco murió hace ya muchos años. Blázquez es un pastor y el papa Francisco ha dejado claro que en la Iglesia necesitamos más pastores que catedráticos. Monseñor Blázquez es todo reconciliación y esa es una de mis palabras favoritas.

-¿En qué consiste su proyecto de reconciliación en Oriente Medio?

-Desde que llegué a Jordania me propuse emprender un proyecto de reconciliación, cuyos protagonistas iban a ser los jóvenes. Al inicio nadie estaba de acuerdo, ni de un lado ni del otro, existía miedo y me decían que era peligroso; pero no me di por vencido y desde hace 14 años he conseguido que dos veces al mes los jóvenes árabes e israelíes se reúnan durante un día para que compartan, charlen, se vean como hermanos y que el odio que les han inculcado los mayores desaparezca.

-¿Lo logra?

-Los muchachos se integran bien y cuando están juntos es imposible distinguir quién es musulmán y quién es judío. Los jóvenes y los niños son buenos. La culpa de la falta de convivencia en esta zona del mundo es de los mayores. Los árabes no somos agresivos, queremos la paz, pero la paz no es un regalo, es una bendición que hay que conquistar con esfuerzo. Yo he llegado a crear un equipo de fútbol mixto de categoría sub-14 que cada año se traslada a Génova, Italia, a disputar la Copa de la Amistad.

-Juan Pablo II y Benedicto XVI, ahora sólo le queda conocer al papa Francisco.

-Y lo conoceré ahora en Jordania. La Nunciatura Apostólica de la Santa Sede en Ammán me ha honrado con el encargo de ser el responsable de su habitación durante la visita que haga a Tierra Santa en mayo.

-Se le ve a usted emocionado con este encargo.

-Y lo estoy. Quiero atender a este Papa humilde y bueno que Dios nos ha dado y quiero que el Papa vea el oasis de paz que es Jordania dentro del enjambre de problemas que existen en Oriente Medio.

-¿Cómo logra Jordania escapar de ese "infierno"?

-Este es el gran mérito de la familia real jordana. Tenemos un rey único. El rey Abdalá II es un regalo de Dios. Todos los miembros de la familia real de Jordania son personas humildes y muy bien preparadas que han conseguido que todas las tribus del país vivan en paz y respeto mutuo.

-¿Confía en que israelíes y árabes sellen la paz algún día?

-Esa es la meta de mi proyecto. Para la paz hay que prepararse y esa preparación pasa por un proceso que será muy largo y en el que lo que tiene que primar es la erradicación de la ignorancia. La ignorancia es el germen del fanatismo que atenaza esta región del mundo. ¿Por qué no va a ser posible la paz? Insisto, los niños nacen con buen corazón, pero los adultos se los enferman. Lo que hay que hacer es educarlos, hacerles ver que son hermanos e invitarlos al diálogo permanente para que acaben con sus diferencias. Yo tengo una escuela parroquial en Ammán a la que asisten 600 niños de distintos credos. Si logro que esos niños se lleven bien, lograré una sociedad mejor en el futuro. En este empeño vuelve a ser un ejemplo la familia hachemita de Jordania. ¿Sabe usted que el Papa viene a Jordania invitado por el rey Abdalá?

-Así que el rey musulmán tiende la mano al Papa cristiano.

-Eso es. El Papa no viene a visitar a los católicos ni a los cristianos. Cristianos y musulmanes son una sola familia y el Papa lo que viene es a visitar Jordania, donde convive esa gran familia.

-¿No adolece esa gran familia de desequilibrio al representar la parte musulmana a más del 80% de la población?

-Yo tengo más amigos musulmanes que cristianos y puedo asegurar que en Jordania nadie vive con una sensación de minoría. El rey ha pedido siempre a sus ciudadanos que abran los brazos a los cristianos y que estén a la altura para demostrar que este es un país de paz.

-Así que no siente usted la persecución que padecen otros cristianos en zonas próximas a Jordania, como, por ejemplo, Siria.

-No me gusta hablar de persecución. Nosotros somos menos que los musulmanes en esta parte del mundo pero tenemos que sacudirnos los complejos y reflexionar sobre lo que hemos hecho mal. También hay fanáticos cristianos y creo a veces que nosotros fuimos los que enseñamos a los musulmanes a ser fanáticos desde la distancia.

-¿Es el fanatismo el mayor peligro para la humanidad?

-Sin duda. El fanatismo surge por ignorancia, falta de educación y por la ausencia de Dios en el corazón. No puede ser que la gente se mate sólo porque no respeta la manera de pensar y actuar de su prójimo.