-Con tantos conflictos bélicos alrededor de Jordania, ¿no ha sentido usted nunca miedo?

-Mucho miedo. Me han llegado a secuestrar.

-¿Qué sucedió?

-Era un viernes de hace varios años. Fui a Bagdad a recoger a dos niños para que les dieran tratamiento médico en España. Me subí en un coche y de repente me dijeron que eran miembros de un comando armado y que estaba secuestrado. Me tuvieron cautivo cuatro días. Me bloqueé tanto que no podía ni rezar. Cuando vieron que no tenía nexos armados ni políticos con nadie me liberaron frente a una mezquita y pude ir a por los niños para llevarlos a Ammán y volar después a Madrid. En otra ocasión me secuestraron, también en Bagdad, pero fueron sólo unas horas. La otra vez que vi mi vida en peligro me salvó la impuntualidad de mi chófer.

-¿Qué pasó en esa ocasión?

-En agosto de 2003 estaba en Bagdad y tenía una reunión con Sergio Vieira de Mello, representante del secretario de la ONU en Irak. La cita era a las cuatro de la tarde, así que con el chófer que me asignaron pacté que pasara a recogerme a las tres por el hotel. Bajé a la recepción a la hora indicada, pero el conductor no llegó hasta las cuatro y diez. Cuando nos acercábamos a la sede de la ONU nos encontramos con patrullas policiales, ambulancias y vimos una gran columna de humo. Había explotado un coche bomba en la sede de la ONU que mató a Vieira y a 22 personas más. Sólo llegué a darle la absolución in extremis a Sergio. Cuando íbamos de regreso al hotel él chófer me dijo: 'Padre, si hubiera sido puntual a estas horas usted ya estaría muerto'.

-Así que Bagdad no le trae ningún buen recuerdo.

-Bagdad es un lugar muy peligroso, pero es la ciudad por la que conocí al padre Ángel, en la década de 1990. Nada más toparme con él y descubrir su amor por los más necesitados no dudé en unirme a su causa. La primera vez que le vi fue en un campo de refugiados tras estallar la crisis del Golfo.

-Y a los refugiados iraquíes suma ahora los de Siria, ¿qué ha sucedido para que la comunidad internacional no haya parado esa sangría?

-Es una vergüenza lo que sucede en Siria. Llevamos cuatro años de guerra cruenta que sólo beneficia a las mafias de los traficantes de armas. Hay demasiados intereses para frenar ese conflicto. En el campo de refugiados que Mensajeros de la Paz gestiona en Jordania tenemos palestinos ya de tercera generación. En Jordania ya hay más de 750.000 refugiados iraquíes y la tragedia de la guerra civil siria alcanza cifras alarmantes con los refugiados que huyen hacia los países vecinos. Sólo en este año, más de 150.000 sirios han cruzado la frontera jordana, 60.000 de ellos son menores de edad.

-¿Qué hace cuando le fallan las fuerzas en ese campo de refugiados Zataari, con capacidad para 60.000 personas y colapsado por más de 100.000 exiliados palestinos, sirios e iraquíes?

-Sufro porque yo me siento como si fuera uno más de ellos. Pasan frío por el invierno y ahora sufren el calor y el polvo del desierto. Es una vergüenza.

-¿Cree usted que Rohani logrará apaciguar en Irán el ímpetu radical de los musulmanes chiitas que controlan los ayatolás?

-Rohani es un líder de mentalidad abierta, pero la sociedad iraní es muy cerrada y está influida por muchos años de fanatismo. Dudo de que Rohani pueda acabar a corto o medio plazo con la influencia de los ayatolás.

-Padre Carlos, con tanta actividad, ¿qué hace en su tiempo libre?

-No sé lo que es el tiempo libre, pero me gusta leer la Biblia, meditar y también escuchar música clásica.

-¿Cuántos idiomas habla?

-Árabe, español, italiano, francés, inglés y hebreo.