El Vaticano presentó ayer un amplio plan de reformas en algunos de sus órganos financieros y que afectan esencialmente al Banco Vaticano, que a partir de ahora estará dirigido por el financiero francés Jean-Baptiste De Franssu. A la presentación asistió el propio De Franssu, acompañado por el presidente saliente del Instituto para las Obras de Religión (IOR) -nombre oficial del banco-, el alemán Ernst von Freyberg, el prefecto de la Secretaría de Economía, el australiano George Pell, el vicecoordinador del Consejo para la Eocnomía, Joseph Zahra y el portavoz vaticano, Federico Lombardi.

Esta segunda fase de reformas en el ámbito económico y financiero de la Santa Sede no solo comprende cambios sustanciales en el banco vaticano sino que afecta a sus fondos de pensiones, a la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA) e incluso a sus medios de comunicación. El cambio más significativo en relación con el IOR, fundado en 1942 por Pío XII, se da en la presidencia, que pasa de Freyberg, nombrado por Benedicto XVI, al joven empresario francés De Franssu.

En los últimos días se había especulado sobre las razones de este cambio y ha sido el presidente saliente quién ha salido al paso señalando que la labor de presidir el IOR requiere "tiempo completo" algo de lo que carece, según señaló. No obstante, la salida de Freyberg no será inmediata sino que acompañará a su sucesor en un proceso de transición con el fin de "garantizar el adecuado traspaso de poderes".

De Franssu se dijo "honrado" por haber recibido este encargo de "gran responsabilidad" con el que pasará a formar parte de un profundo proceso de cambio en las instituciones de la Iglesia católica, que debe "dedicarse a los mas necesitados y a la propagación de la fe".

El IOR, según Pell, se encuentra en una fase de "transición pacífica", después del estallido de una serie de escándalos financieros y la ejecución de un plan de reformas en 2013 cuya primera fase acaba de concluir. Pell, a modo de balance, señaló que durante esa primera fase, bajo la tutela de Freyberg, se dieron "significativos pasos hacia adelante" en relación con la adecuación de la adhesión a los estándares internacionales o el aumento de la transparencia. Además, en los próximos tres años, se revisarán los estatutos del IOR y se rediseñarán sus objetivos siguiendo tres prioridades.

En primer lugar se reforzará el modelo de negocio, que estará dirigido a servir a la Iglesia Católica como un banco de depósitos, en vez de ejercer como entidad de inversión. En segundo lugar, en los próximos dos años se agruparán las inversiones de diferentes organismos del Vaticano en otro ente diferenciado, que recibirá el nombre de Vatican Asset Management (VAM) y que liberará al IOR de gestionar bienes patrimoniales, evitando duplicidades. Por último, el IOR se concentrará en la auditoría financiera y en ofrecer servicios únicamente al clero, las congregaciones, las diócesis y los trabajadores de la Santa Sede.