Se llame síndrome, depresión o estrés posvacacional o no se le ponga nombre, lo cierto es que la vuelta al trabajo después de las vacaciones requiere de un proceso de adaptación que si no se afronta bien puede generar apatía, insomnio o dolor de cabeza de distinta intensidad dependiendo de la persona. Expertos consultados coinciden en que el mejor término para definirlo es "síndrome", ya que hace referencia a una serie de síntomas que se presentan juntos en una situación determinada como es la vuelta a la normalidad.

"Como patología no está reconocido en el ámbito sanitario", precisa Enrique Aubá Guedea, coordinador del departamento de Psiquiatría y Psicología Médica de la Clínica Universidad de Navarra. "Otra cosa es a qué se corresponde, porque es una realidad que muchas personas a la vuelta de vacaciones pueden sentirse mal, tener cierto bajón; es una reacción adaptativa al cambio, a la vuelta a la rutina", agrega. También para la psicóloga Elisa Sánchez se trata de un proceso de adaptación a los cambios y "hay personas que lo gestionan mejor y otras peor".

¿Es frívolo hablar de síndrome posvacacional en un país con casi cuatro millones y medio de parados? Los expertos creen que lo puede parecer si se le presta demasiada atención e inciden en la importancia de valorar el hecho de tener un trabajo hoy en día. No obstante, como dice Sánchez, del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid, "cuando alguien se siente mal, triste o con ansiedad, no suele consolarle que a otros no les pase".

Tampoco parece que sea algo propio de los últimos tiempos, fruto de la vida moderna, aunque desde hace unos años se le está dando más importancia. "Cierto síndrome puede haberlo habido siempre en el sentido de que cuesta retomar la rutina de una nueva etapa, pero es verdad que en las últimas décadas estamos mucho más centrados y concienciados en nuestro propio estado y en nuestra propia psicología", señala el doctor Aubá.

Para este médico, "el síndrome hace referencia a que nuestra vida está estructurada en ciclos y el curso académico es uno de esos ciclos, cuyo comienzo y fin lo marca el periodo vacacional".

Los síntomas son transitorios y adaptativos a la nueva situación, pero si cuando aparecen no se enfocan bien podrían evolucionar a un trastorno depresivo o de ansiedad. Sólo si los síntomas son de alta intensidad y duran más de quince días pueden ser un motivo de preocupación, dicen los expertos.