Diana de Gales, nacida Spencer, descendiente de una familia de rancio abolengo aristocrático británico, sería hoy una joven abuela de 53 años si un fatídico accidente de automóvil en París, no se hubiese cruzado en su camino hace 17.

La exesposa del príncipe Carlos, acusada de inestable y caprichosa, perdió la vida el 31 de agosto de 1997, justo cuando empezaba a recuperar la ilusión con Dodi Al-Fayed, de religión musulmana y vida algo disipada. Su muerte fue un revulsivo para la monarquía británica, que hizo las paces con el pueblo a partir de las exequias, a la vez, el mundo perdía a un mito y los príncipes Guillermo y Enrique a una madre que les quería mucho, pero a la manera en la que las damas de la alta sociedad británica quieren a sus retoños.

Hoy la leyenda de la que llegó a ser calificada de "princesa del pueblo", declina y cae en el olvido, como las hojas de los ancianos rododendros de Althorp House, la casa familiar de la exnuera de Isabel II, donde yace enterrada, en medio de un perfecto plan de marketing diseñado por su hermano pequeño y heredero del título familiar, Charles Spencer, noveno Earl Spencer.

Lord Spencer, periodista y editor, entre otras cosas, lleva la dignidad nobiliaria de earl, adoptado en Inglaterra tras la conquista del rey danés Canuto II, y que corresponde al título escandinavo de Jarl, equivalente a la dignidad de conde. Es el rango inmediatamente inferior al de marqués, y designa en un principio a los gobernadores de los shires o Condados del Reino Unido.

Con apenas 36 años, Lady Di murió en un accidente de tráfico bajo el Puente de Alma, en París, Huía de la persecución de los paparazzi junto al hijo de Mohamed Al-Fayed, expropietario de los almacenes Harrods, tan ingleses ellos como el palacio de Saint James, primer extranjero que se atrevió a hacerse con su propiedad, desafiando a la propia corona de los Windsor.

Unas horas después del siniestro una hemorragia pulmonar en el Hospital de la piteé Salpetriere segó la vida de Diana, que se llevó con ella todo el dolor por la tradición de Carlos -el hombre que se casó con ella en un matrimonio de estado, cuando lo que quería era vivir con Camila Parker, su actual esposa-.

Casi dos décadas después, como cada verano, la figura de Diana vuelve a ocupar portadas, aunque ninguna tan glamurosa como la del Vanity Fair con las fotos del peruano Mario Testino, que dieron la vuelta al mundo.

Los adoradores de Diana reprochan a su hermano el aspecto descuidado de su tumba. Darren McGrady, el que fuese su cocinero personal, denuncia a través de las redes sociales que el panteón preparado estratégicamente en el lago de Althorp deja mucho que desear.

"Si yo hubiese cuidado de la princesa Diana en vida como está siendo cuidada muerta, estaría despedido", afirma el chef real. Grietas, suciedad y un lago lleno de verdín y algas evidenciaron, según su criterio, que el lugar escogido para que Diana descansase para siempre, está, cuando menos, poco atendido.

Los turistas que quieren dar su último adiós a la Princesa deben desembolsar 22 euros previamente. "Por favor, poned orden en la vegetación de Althorp y demostrad que queríais a la princesa Diana a través del amor y no sólo para conseguir dinero", apunta el chef real en su cuenta de Twitter.

"Aunque Diana nunca quiso en vida ir a Althorp, su hermano se empeñó en que se instalase allí su tumba. Yo estaba convencido de que él se haría cargo del lugar por puro sentimiento de culpa, pero me equivoqué y estoy decepcionado. Ese no es lugar para una princesa", dice el extrabajador de Buckingham, que prosigue: "Aquello parece más un jardín cutre y viejo que el santuario de la mujer más fotografiada del mundo". El revuelo que se ha generado en Reino Unido a través de las polémicas declaraciones de Darren McGrady ha obligado a Althorp a dar explicaciones.

El portavoz de la familia se ha defendido de las acusaciones señalando que han contratado trabajadores externos que limpien el lago, pero que las altas temperaturas de este verano están haciendo que muchos lagos del país luzcan sucios con algas y verdín. "Estas hierbas crecen muy rápidamente y de forma invasiva y los jardineros de Althorp abordan este problema como parte de su programa de verano", se defiende. Mientras, la memoria de Diana sigue luchando contra el paso del tiempo, ese que todo lo borra.