La letrada Carmen Ventoso, que se ha ocupado de la representación legal del electricista Manuel Fernández Castiñeiras al que se juzgó por el robo del Códice Calixtino, ha confesado que a pesar de que su cliente al final resultó condenado, la sentencia ha producido en ella "cierta satisfacción".

La pena, ha manifestado esta abogada en una conversación con Efe, está "muy lejos" de la demandada por el Ministerio Fiscal -15 años- y la acusación particular, que ejerció la Iglesia y reclamaba 31.

Fernández Castiñeiras ha sido castigado por ser considerado responsable de un delito de hurto -el del Códice Calixtino-, otro de robo con fuerza en las cosas y uno tercero de blanqueo de capitales.

Por el primer delito ha sido penado con tres años de cárcel, cinco por el segundo, y dos por el tercero, y, además, ha de hacer frente este electricista que trabajó para el templo que preside la Plaza del Obradoiro a una multa de 268.425,11 euros.

La abogada Carmen Ventoso, que tiene un plazo de cinco días para interponer un recurso de casación, ha reparado en que la pena que se le ha impuesto a su cliente es inferior a las que para él pedían y, al igual que se ha contemplado la nulidad de las pruebas obtenidas a través de los micrófonos que se instalaron en el domicilio de su patrocinado, ha avanzado que leerá "punto por punto" la sentencia para ver qué puede apelar.

Así, ha asegurado que si no se estiman sus consideraciones, ya que en la vista oral se han planteado unas cuantas, pues la vía será la de ir hasta el Alto Tribunal.

El electricista Manuel Fernández Castiñeiras, juzgado por el robo del Códice Calixtino, una causa que el 5 de febrero quedó vista para sentencia, solamente hizo uso de la palabra diez minutos en las once sesiones que duró su juicio, que tuvo su comienzo el 19 de enero de este año.

Su primera y única intervención fue el 20 de ese mes, y se pronunció para rechazar lo dicho ante el juez instructor José Antonio Vázquez Taín, al que le confesó en 2012 que él había robado el manuscrito del siglo XII que se custodiaba en el archivo de la emblemática Catedral de Santiago de Compostela.

Cuando se halló esta joya literaria, robada en 2011 y recuperada un año más tarde, en un garaje de este gallego en O Milladoiro (A Coruña), él mismo se identificó como responsable de la insólita sustracción, pero al inicio de este proceso contra él se desdijo y contó que si en ese momento procedió de ese modo fue porque se sintió coaccionado por el magistrado.

Finalmente, ha recibido una pena mayor por el robo de dinero que por la sustracción del Códice Calixtino.