De no haber muerto aquel trágico 5 de agosto de 1962, la mujer más deseada del planeta estaría ahora a punto de cumplir 90 años. A buen seguro que no sería la leyenda en la que se convirtió tras ingerir „o ser obligada a hacerlo„ suficientes barbitúricos para dejar este mundo y dejar tras de sí uno de los mayores enigmas del siglo XX.

Pero la historia es la que es. Marilyn Monroe ascendió para siempre al cielo de los eternos sex symbols tras unos convulsos meses en los que la actriz ahogaba en amoríos, drogas y alcohol el naufragio de su matrimonio con el dramaturgo Arthur Miller y su frustrado romance con el presidente John Kennedy y el mundo vivía en un puño por los episodios más tensos de la guerra fría.

En esos días de frenesí, Marilyn tejió aún otro personaje mítico que se superpone al icono sexual. Se trata de una decadente y crepuscular leyenda que no falta en ninguna teoría de la conspiración y en la que se entremezclan los mejores ingredientes de la novela negra: sexo, mafia y espionaje.

Se han escrito desde entonces ríos de tinta y rodado kilómetros de celuloide sobre el misterio que rodea la bajada a los infiernos de este ángel caído, pero quizás la esquiva verdad se la haya llevado a la tumba un cineasta de origen gallego. José Bolaños fue el último amante de Marilyn Monroe y al parecer fue también la última persona con quien habló la actriz antes de suicidarse „o lo que fuera que pasó en aquella aciaga madrugada„.

Este fascinante episodio, recreado literariamente por primera vez con gran éxito editorial en 1997 por el escritor mexicano Rafael Ramírez Heredia en la novela Con M de Marilyn, estuvo a punto de llevarse a la pantalla en 2009, con Scarlet Johansson y Javier Bardem como protagonistas, pero la coincidencia con otra película sobre la Monroe ya en marcha obligó a posponer el proyecto. Portales de noticias sobre Hollywood informan ahora de que la idea vuelve a estar sobre la mesa de varios productores, en un proyecto cinematográfico que mezclaría el drama de los frenéticos meses finales de Marilyn con el suspense de una trama de espionaje vinculada a los planes estadounidenses para invadir Cuba y matar a Fidel Castro. La primavera política entre Estados Unidos y Cuba no sería ajena al renovado interés de la gran pantalla por este abordaje crepuscular de uno de los grandes mitos americanos.

El tórrido romance de la estrella con Bolaños se fraguó en febrero de 1962 en un azaroso viaje de Marilyn a México antes de comenzar una película con George Cukor que nunca llegó a rodarse. La intención de la actriz era comprar muebles de estilo colonial en Chapultepec pero la estancia pronto giró a un desenfrenado tour por la noche de México D.F. José Bolaños, un joven intelectual comunista mexicano de origen lucense que intentaba abrirse camino en el incipiente cine azteca, se convirtió durante un par de semanas en el gigoló que la Monroe demandaba. "Hubo mucho vino, mucho champán, muchas copas y, seguramente, bastante cocaína".

Tras el rodaje de Vidas rebeldes a las órdenes de John Huston, la vida de Marilyn se había derrumbado. Su exmarido Arthur Miller se había casado en 1961 con la célebre fotógrafa Inge Morath. Monroe se enteró de que esperaban un hijo justo antes de viajar a México. También se tambaleaba su relación con John Kennedy, casi oficializada en aquel sensual y confeso Happy birthday, mister president cantado por Marilyn en la Casa Blanca que pondría en alerta al FBI del intrigante Edgard Hoover.

La relación con Bolaños fue nuevamente documentada en 2012 en el libro El último amante de Marilyn por el periodista gallego Xavier Navaza, que recoge testimonios de otros gallegos que frecuentaban el mundo de Bolaños en México, como Carlos Velo o Luis Soto. Carlos Velo, autor de una versión cinematográfica de Pedro Páramo, retrata a José Bolaños como "un depredador con poco talento para el montaje cinematográfico pero dotado de unas cualidades extraordinarias en el arte de la seducción".

Bolaños llevó entonces a la Monroe al rodaje de El ángel exterminador, de Luis Buñuel. "En los minutos que compartieron, en presencia de Bolaños y la actriz Silvia Pinal „afirma Navaza„, Buñuel y Marilyn intercambiaron algunas cuitas sobre el mundo del cine y el ambiente de los estudios californianos" que tanto denostaba el director español. Concertaron una nueva cita que no llegó a producirse, ya que la actriz moriría cinco meses después.

Bolaños y la Monroe quedaron en verse nuevamente en Hollywood aquella primavera, pero la actriz lo llamó antes para que la acompañara a la gala de los Globos de Oro en Los Ángeles. Añoraba la "gran carga erótica y sensual" de su aventura en México, según Navaza. Esos Globos de Oro fueron el canto de cisne para Marilyn, que ofreció un decadente espectáculo de alcoholismo y deterioro físico. La gala fue también el último acto del idilio con Bolaños, que dejaría para la historia una serie de fotos que escandalizaron a Hollywood.

El romance con el cineasta gallego tendría aún un enigmático capítulo, que cimenta la leyenda del personaje de Bolaños y enlaza su relación con la misteriosa muerte de Marilyn. José Bolaños fue al parecer la última persona con la que habló la Monroe antes de su muerte, en una conversación telefónica de la que el amante gallego jamás quiso hablar, pese a tener importantes ofertas de televisiones estadounidenses para revelar su contenido.

Bolaños, que mantuvo un tupido silencio sobre su relación con Marilyn hasta su muerte en 1994, tenía poderosas relaciones para no abrir la boca. La clave de ese silencio puede encontrarse ya en 1999 en el libro Marilyn Monroe: investigación de un asesinato, del escritor Donald H. Wolfe, que tuvo acceso a documentos clasificados de la CIA y el FBI. En el año de la crisis de los misiles con Cuba y la URSS, Hoover estaba obsesionado por el conocimiento que la actriz podía tener de los planes de la Casa Blanca por su relación amorosa con el presidente.

Además de frecuentar el lecho de Kennedy, el azar quiso que la Monroe acumulase también relaciones con hombres que el FBI y la CIA catalogaban de comunistas y potenciales informadores de la KGB soviética. Tras Arthur Miller y Frederick Vanderbilt, Bolaños era el último de la lista, según Wolfe. El cineasta gallego afincado en México Carlos Velo reconoció a Navaza en los años 80 que José Bolaños estaba vinculado a grupos prosoviéticos vinculados al castrismo. No hay que olvidar que la revolución cubana se fraguó en México.

En un momento en el que Estados Unidos se preparaba para una posible guerra nuclear con la Unión Soviética y urdía planes para invadir Cuba y asesinar a Fidel Castro, la centralita de la Casa Blanca tenía orden de pasar inmediatamente al despacho oval las llamadas identificadas con el falso nombre de Nancy Green. No era el código de un espía, revela Wolfe, sino un seudónimo que utilizaba Marilyn Monroe para pedir ayuda al presidente Kennedy cuando caía en una de sus cada vez más frecuentes crisis psiquiátricas.

Las teorías que apuntan a que la muerte de Marilyn fue un asesinato de Estado se sustentan sobre todo en la desaparición del diario de la actriz. Donald H. Wolfe asegura que en ese cuaderno había apuntes sobre el complot de la CIA para matar a Castro y sobre la negativa de Robert Kennedy, hermano del presidente y entonces fiscal general de los Estados Unidos, a apoyar la operación militar en Bahía de Cochinos. "Tal vez fue el diario lo que perdió a Marilyn Monroe", concluye Wolfe.

El asesinato de Marilyn Monroe: caso cerrado, de los periodistas Jay Margolis y Richard Buskin, publicado el año pasado, apuntaba a Robert Kennedy, también amante de la Monroe, como culpable de la muerte de la actriz. Bobby, quien sería posteriormente asesinado, después del magnicidio de JFK, habría encargado el siniestro trabajo a Ralph Greenson, psiquiatra personal de Marilyn, quien le inyectó en el corazón una dosis mortal de pentobarbital. Según Margolis y Buskin, Greenson habría contado con la complicidad del actor Peter Lawford, esposo de Patricia Kennedy.

Otro gallego, el ferrolano Anthony Bouza (en una foto de la página anterior con Kennedy), miembro del servicio secreto de la Policía de Nueva York y escolta en 1962 de John Kennedy, fue testigo de las relaciones peligrosas del presidente. Bouza reveló a LA OPINIÓN en 2013, con motivo del 50 aniversario del asesinato de JFK en Dallas, que solía pasar largas horas custodiando en Manhattan los encuentros amorosos del presidente con Marilyn Monroe. "John Kennedy compartía además una amante con el jefe de la mafia de Chicago, Sam Giancana. El director del FBI, Edgar Hoover, lo sabía y chantajeaba a JFK para evitar que lo destituyesen al frente de la agencia federal de investigación, como pretendía Robert Kennedy", asegura Bouza.

Ramírez Heredia, el primero que publicó la historia, recuerda que la iniciativa surgió por un informe desclasificado de la CIA, en el que se decía que vigiló especialmente aquel viaje de Marilyn a México por temor a que la estrella contase los planes de Washington para invadir Cuba a las amistades comunistas que frecuentaba. "Hablé con mucha gente que conoció a Bolaños y aseguran que perjuraba que la última llamada telefónica de Marilyn fue para él. Esa llamada está confirmada por la CIA, que lo implicaba con los servicios de intelegencia cubanos".

Bolaños, que también mantuvo una fugaz relación con la actriz Gina Lollobrigida, creía que su idilio con la Monroe iba a abrirle las puertas del éxito en el mundo del cine, pero acabó siendo para él una maldición.

Murió en 1994, dejando como legado una irregular y escasa filmografía en la que apenas sobresale La soldadera (1967) que jamás estuvo sin embargo a la altura de su leyenda de seductor.

EL CORUÑES QUE DESVELÓ EL SECRETO MEJOR GUARDADO DE MARILYN

Marilyn Monroe acudió el 22 de febrero de 1962 a una rueda de prensa en el hotel Hilton Continental de México DF del brazo de su nuevo amante „no sabía que iba a ser también el último„, el joven aspirante a director de cine José Bolaños.

De ese encuentro con los reporteros mexicanos, además del romance con Bolaños, saldría un documento gráfico que daría la vuelta al mundo, en el que la estrella de Hollywood podía verse sin ropa interior.

La fotografía fue realizada por el coruñés Julio Souza Fernández, perteneciente al histórico estudio de los Hermanos Mayo en México, que no se dio cuenta de lo que realmente había captado su cámara hasta que reveló la foto.

Durante años se mantuvo un litigio sobre la autoría de la foto, que también reclamaba el fotógrafo Antonio Caballero. Ambos, Caballero y Souza, se encontraban ese día en el salón del hotel a los pies de Marilyn Monroe cuando dispararon sus cámaras.

El fotógrafo coruñés Julio Fernández Souza, que asistió hace algunos años a la inauguración en A Coruña de una gran exposición sobre el prestigioso legado gráfico de los Hermanos Mayo en México, solía bromear con que la célebre imagen de la entrepierna desnuda de Marilyn desvelaba el secreto mejor guardado de la actriz: "No era rubia".