El filósofo y pedagogo José Antonio Marina propone en el borrador del Libro Blanco de la Función Docente no Universitaria, encargado por el Ministerio de Educación, una carrera similar a la de los médicos en España, que dure siete años, dos más que en la actualidad, y con procesos selectivos y prácticas remuneradas. Asimismo, propone evaluaciones a los docentes, que tengan consecuencias en el desarrollo de la carrera y en su retribución.

El equipo que encabeza Marina propone una formación teórica y práctica inicial de siete años: grado de Magisterio o especialidades académicas (cuatro años) y una prueba nacional de selección para ingresar "en el proceso de profesionalización y especialización docente" (tres años). Esta prueba daría el acceso a un máster teórico y práctico de un año impartido en una red de Centros Superiores de Formación del profesorado y, a continuación, habría dos años de prácticas docentes (con "retribución adecuada") en un centro educativo bajo la dirección de un profesor tutor.

Aparte, todos los docentes no universitarios deberán ser evaluados "periódica y sistemáticamente", según criterios como el progreso educativo de los alumnos y su opinión, la observación del docente en el aula, los resultados del centro y la relación del profesor con las familias.

Los futuros docentes realizarán dos años de prácticas en un centro educativo, para lo que se establecerían unas pruebas nacionales de acceso y, en función de su nota, cada aspirante entraría en el centro de formación de su elección. El 25% de los aspirantes con mejores resultados tendría una beca de excelencia; en el caso de elegir un centro fuera de su lugar de residencia, le cubriría estancia y manutención. Transcurridos los tres años de formación tras el grado, los profesores que quieran acceder a la función pública docente serían sometidos a una evaluación final.

Los expertos sugieren como objetivo que, en el plazo de cinco años, las personas con más talento se interesen por la profesión docente y reciban una formación inicial y continua "excelente".

El Libro Blanco propone como "ideal" conseguir que los enseñantes más capaces vayan a los centros más conflictivos y plantea estimular al profesorado con becas de formación, permisos de estudios e incentivos como que "una parte" de los honorarios se vincule a la "excelencia". El docente debe ser el protagonista para lograr el "éxito educativo de todos los alumnos", así que "no puede trabajar aislado", sino que en el aula debe converger todo el apoyo del centro, la cooperación de las familias e incluso de instituciones no específicamente educadoras. "Nos parece admirable que en Singapur, por ejemplo, los maestros consideren un honor ser requeridos para ser trasladados a una escuela para dar clases a un grupo marginal de estudiantes. El traslado se considera un reconocimiento de su calidad profesional", señalan también los autores.

En cuanto a la dirección de los centros, el texto apuesta por un equipo "muy competente y emprendedor". La directiva debe buscar "los procedimientos para atraer a la escuela recursos del entorno" y sacarla "hacia la sociedad".