Las escuelas unitarias, con alumnos de distintas edades, son el ejemplo idóneo de la enseñanza individualizada. "Al ser un número reducido el profesor suele sacar un elevado rendimiento de cada alumno, ya que se consigue un control de contenidos por cada estudiante", explica José Antonio Pardo Cuñarro, profesor, ahora jubilado, con décadas de experiencia en docencia. En la parte negativa están los distintos niveles, lo que obliga al profesor a estructurar la clase de otra forma, pensando en una guía de trabajo diaria para cada alumno. Además, se crea un fuerte sentimiento de equipo. No obstante, muchos docentes consideran que un número reducido puede ser un problema para el capítulo social del alumnado: "Si viven en un entorno con pocas familias y pocos niños, quizás necesiten un espacio educativo con más chavales para compartir vivencias", explica Pardo Cuñarro.