Dos millones de españoles padecen cada año una depresión y, a lo largo de su vida, cerca de la quinta parte de la población acabará sabiendo lo incapacitante que puede llegar a ser esta patología mental. Se calcula que, en todo el mundo, puede haber unos 350 millones de enfermos depresivos. Sin embargo, la mayoría de estos casos queda sin diagnosticar y tratar, pese a que desde hace años existen tratamientos eficaces y con menos efectos secundarios. La depresión presenta, así, el típico "fenómeno del iceberg": solo se ve una pequeña parte de este problema de salud pública de gigantescas proporciones, que representa ya la primera causa de incapacidad en todo el mundo, advierte la Organización Mundial de la Salud (OMS).

"La depresión es la patología mental más frecuente en la vida cotidiana y en las consultas de salud mental. De hecho, se estima que el 20% de la población sufrirá una depresión a lo largo de su vida, un porcentaje elevadísimo, sobre todo teniendo en cuenta que la incidencia de otras enfermedades mentales, como la esquizofrenia, oscila entre el 1 y el 3%", subraya el jefe del Servicio de Psiquiatría del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac) y actual presidente de la Asociación Gallega de Psiquiatría, Manuel Serrano, quien al igual que la OMS, avisa de que muchos pacientes con depresión "no están diagnosticados ni tratados", con el consiguiente riesgo de que la enfermedad empeore y se cronifique.

"Se dice que la depresión es la gran enmascarada, porque normalmente los síntomas no tienen que ver con la idea generalizada que hay sobre esta enfermedad, de ahí que lo que vemos los médicos sea sólo la punta del iceberg", remarca el doctor Serrano.

Para mejorar, precisamente, la detección de la enfermedad y afinar en su abordaje y seguimiento, el Servicio de Psiquiatría del Chuac puso en marcha, hace un par de años, un programa de control de los pacientes con depresión, basado en un sistema de consultas e interconsultas entre los médicos de Atención Primaria y los especialistas de salud mental. Algo así como un teléfono rojo de la depresión. "Se trata de que los médicos de cabecera, los primeros en detectar y los responsables del seguimiento de la mayoría de los casos, cuenten con herramientas para acceder al especialista para compartir conocimientos o esclarecer dudas acerca de las acciones clínicas a seguir", explica el doctor Serrano, quien especifica que el plan, que en sus dos primeros años en funcionamiento está dando "muy buenos resultados", incluye, además, sesiones clínicas de forma regular para la discusión de casos de pacientes concretos.

La decisión de poner en marcha en A Coruña este programa de control se tomó tras realizar un estudio pormenorizado del perfil del paciente con depresión y la incidencia de la enfermedad en el área sanitaria. Un total de 38 investigadores recopilaron la información en una veintena de centros de salud, recogiendo datos de un algo más de medio millar de pacientes. Así pudo conocerse que la edad media del enfermo de depresión en el área sanitaria coruñesa es de 51,5 años, que el 70% vive en poblaciones de menos de 15.000 habitantes y que ocho de cada diez afectados por esa patología mental están casados o tienen pareja.

La investigación también reveló que el nivel educativo predominante entre los coruñeses con depresión es el de estudios primarios, y que la mayoría son personas activas, pues solo uno de cada cuatro encuestados era pensionista. En cuanto al nivel económico, el 75% ganaba menos de 2.000 euros al mes, y casi la mitad (el 43%) contaba con ingresos que superaban 1.000.

Los autores del estudio percibieron, por otro lado, que los pacientes con depresión acuden una media de siete veces al año a su médico de cabecera y que, en nueve de cada diez casos, lo hacen por una dolencia somática que en realidad esconde detrás un cuatro de depresión.

Del total de pacientes estudiados, uno de cada tres tenía detectada ya sintomatología depresiva, hasta el punto de que un 17% padecía lo que se denomina depresiones mayores y otro 15% crónicas, al margen de que hasta la mitad de ellos sufrían, además, otra patología psiquiátrica, como ansiedad o abuso de sustancias.

Además de destacar el predomino de mujeres -dos afectadas por cada varón que sufre la enfermedad-, el estudio realizado en al área sanitaria coruñesa sirvió para detectar, también, la mayor incidencia de la depresión en el ámbito rural, que la primera queja de los pacientes es el cansancio (50%) o el insomnio (4%), y que hasta la tercera parte consumen psicofármacos, sobre todo antidepresivos (80%), pero también otro tipo de productos como los ansiolíticos (17%) o hipnóticos (4%), entre otros.