El ictus cerebral mata o discapacita a más de 100.000 españoles cada año. Es la segunda causa de muerte entre la población adulta en general, la primera entre las mujeres, y también el principal motivo de incapacidad permanente y dependencia. Galicia registra entre 150 y 200 casos por cada 100.000 habitantes, lo que se traduce en cerca de 7.000 nuevos accidentes cerebrovasculares anualmente. El Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), que desde el pasado verano cuenta con una Unidad específica para su tratamiento -la tercera de la comunidad gallega-, registró en los últimos doce meses unos mil ingresos por esta dolencia.

Especialistas y pacientes aprovechan la conmemoración, hoy, del Día Mundial contra el Ictus, para insistir en la importancia del abordaje precoz, ya que la rapidez con la que se atiende a los afectados marca la diferencia entre un susto, una discapacidad leve, moderada o grave, o la muerte. "Las primeras cuatro horas y media -y sobre todo, las primeras tres y media- son primordiales, ya que administrar rápido el tratamiento aumenta las posibilidades de supervivencia y recuperación", destaca la jefa del Servicio de Neurología del Chuac, Mar Castellanos. De ahí la trascendencia de saber identificar los avisos que nos envía el cerebro. "Hay varios síntomas que nos deben poner en alerta, como dolor de cabeza intenso y de inicio súbito, debilidad en una parte del cuerpo, pérdida de visión, alteraciones en el lenguaje, adormecimiento de un brazo a una pierna, dificultad para mantener el equilibrio...", explica la doctora Castellanos.

El Plan Ictus del Servizo Galego de Saúde (Sergas) lo resume en "la regla de las tres F": "fala, forza, faciana". Esto significa que si una persona no puede decir de forma correcta palabras muy sencillas, no puede elevar los brazos a la misma altura durante un tiempo mínimo de diez segundos, o es incapaz de sonreír enseñando toda la dentadura, hay que llamar al 061 sin dilación. También hay que hacerlo si solo es perceptible uno de estos síntomas.

A partir de ese momento, personal del 061 planteará nuevas preguntas y, si es necesario, enviará de forma inmediata un ambulancia. Comienza la guerra contra la enfermedad, ya que, además de las "tres F", el mensaje central del Plan Ictus es que "el tiempo, es cerebro". Dependiendo del lugar en el que se encuentre el paciente, así será el siguiente paso, con la atención en un centro hospitalario con material para una prueba diagnóstica determinante y conexión telemática con el Centro de Atención do Ictus, con especialistas en neurología disponibles las 24 horas. El resultado determinará nuevos traslados o atención en el centro. En todos los casos, el protocolo elimina esperas porque todos tienen claro que a menos minutos, más neuronas.

Tipos y factores de riesgo

Existen dos tipos de ictus, con tratamientos y expectativas muy diferentes. Por un lado, el hemorrágico, que implica la rotura de una arteria; por el otro, el isquémico, que es aquel que se produce por una oclusión arterial debido a un coágulo y que afecta a ocho de cada diez pacientes. El abordaje de este último ha experimentado, en los últimos años, una significativa revolución gracias a la administración, vía endovenosa, de un fármaco que logra disolver el coágulo. Es lo que se conoce como tratamiento fibrinolítico, y debe suministrarse dentro de las primeras cuatro horas y media después de producirse el ictus puesto que, así, las secuelas se pueden reducir drásticamente.

"El riesgo de sufrir un ictus aumenta con la edad, y ese es un factor contra el que no podemos actuar", indica la jefa de Neurología del Chuac, quien destaca, no obstante, que otra de las causas más frecuentes de esta dolencia es el endurecimiento de las arterias, por lo que "conviene concienciar a la población acerca de la importancia de evitar factores de riesgo como la hipertensión, el exceso de colesterol, el consumo de tabaco y alcohol, el sedentarismo o la obesidad", advierte la doctora Castellanos. Factores que, habitualmente, se acumulan con los años. Sin embargo, la precocidad en los hábitos de riesgo está bajando la media de edad de los afectados. "Por eso la prevención es lo más importante, pues permite minimizar el riesgo de sufrir una dolencia de ese tipo y, cuando sea inevitable, reducir al máximo las secuelas, evitando una gran discapacidad", concluye la especialista del Chuac.