La directora de Relaciones Institucionales en la Asesoría Jurídica de la Asociación Española de Fundaciones (AeF), Isabel Peñalosa, teme que el caso de la niña con enfermedad rara Nadia Nerea, cuyo padre habría recaudado fondos para unas intervenciones médicas que no se habrían realizado, perjudique a entidades que sí están llevando a cabo una labor transparente por pérdida de confianza. "Todo esto nos hace bastante daño, sobre todo por la desconfianza que se pueda generar hacia organizaciones pequeñas que existen y funcionan bien y que incluso se someten a sellos y acreditaciones de transparencia", señala.

Peñalosa insiste en que hay cautelas que el ciudadano puede tomar antes de decidirse a apoyar un proyecto como el de la salud de esta niña. El primero es comprobar que la entidad está inscrita en el registro correspondiente y dispone por ello de un número de CIF. El problema, conforme recuerda, es que las asociaciones, salvo las declaradas de utilidad pública, no están obligadas a constar en ningún directorio, aunque la mayoría de las que recaudan fondos para proyectos sí se apuntan.