Investiga desde hace años los circuitos del cerebro y cómo las interacciones entre grupos de neuronas contribuyen a la percepción visual, el aprendizaje y la memoria. Una vez descubiertos los secretos de cómo el cerebro procesa información a raíz de lo que ven los ojos y la importancia que en todo ello tienen las experiencias vividas por cada persona, el director del laboratorio de Neurobiología de la Universidad de Rockefeller (Nueva York), Charles Gilbert, y su equipo se centran ahora en el estudio de cómo "ciertos fallos" en esos circuitos cerebrales están detrás de trastornos como el autismo o la esquizofrenia. El investigador, acompañado del premio Nobel de Medicina en 1981, Torsten Wiesel, fue el encargado de inaugurar ayer el ciclo de conferencias CorBI Torsten Wiesel Lectures, organizadas por Coruña Biomedical Institute Foundation (CorBI Foundation), con la charla Dinámicas de la corteza visual en el Muncyt de A Coruña.

-¿Qué importancia tiene la visión en el proceso de información que realiza el cerebro?

-Es una pregunta casi filosófica que ya se hacía Aristóteles. El cerebro tiene en cuenta lo que aportan todos los sentidos para finalmente procesarlo en información, pero en el ser humano lo visual tiene mayor peso que en otras especies. El hombre es muy visual, algo que no ocurre con los ratones o con los perros, que son más olfativos.

-¿Por qué ante una misma escena dos personas pueden interpretar cosas distintas?

-Hemos dedicado gran parte de nuestro trabajo a analizar el poder de las expectativas en la interpretación de algo que realiza el cerebro. La visión no es algo pasivo sino que el cerebro interpreta lo que vemos en función de las experiencias previas que tenemos y por eso es diferente entre dos personas.

-¿El cerebro, entonces, busca siempre referencias anteriores para interpretar lo que vemos?

-Exactamente.

-¿Y qué ocurre con los bebés?

-Sabemos que nuestra manera de discriminar los objetos en una escena, por ejemplo, cambia a lo largo de la vida y tiene que ver con las experiencias que adquirimos. Hay muchas investigaciones sobre cómo cambian estas estrategias, algunas también con niños y no quiere decir que los niños vean peor, pero lo hacen de otra manera.

-¿La visión es, por tanto, siempre subjetiva?

-Es muy subjetiva, pero esto no quiere decir que la percepción que tengan dos personas de una misma escena sea totalmente diferente. Existen una serie de propiedades en el mundo que todos necesitamos comprender y es lo que hace, por ejemplo, que sepamos diferenciar un objeto del fondo.

-¿Es fácil engañar al cerebro visualmente?

-En cierto modo es fácil, sí. En mis charlas siempre pongo ejemplos de ilusiones ópticas y explico cómo son fruto no de algo físico sino de las expectativas que tenemos. Estas ilusiones ópticas no son accidentes o errores de la percepción sino que ilustran los mecanismos que el cerebro utiliza para la interpretación visual del mundo. El cerebro para poder generar imágenes en tres dimensiones a través de la información en 2D que ofrecen los ojos necesita combinar esos datos con el conocimiento sobre las reglas de construcción del mundo de objetos físicos.

-¿Qué aplicaciones médicas tienen estas investigaciones sobre el procesamiento de información a través de la visión?

-La investigación en el área visual es solo el punto de partida, un modelo para poder entender el cerebro como un todo porque el sistema que se sigue para este proceso es similar en otras partes del cerebro como las vinculadas a la memoria, el aprendizaje...

-¿En qué se centra ahora sus estudios?

-Hasta ahora nos hemos centrado en ver cómo ciertos circuitos cerebrales generan una función como la investigación sobre la visión. Ahora analizamos las conexiones de arriba a abajo, es decir, desde las que hay en las partes más complejas hasta las vinculadas a procesos más primarios para ver cómo ciertos fallos en estos circuitos dan lugar a trastornos como el autismo o la esquizofrenia.

-¿Se desconoce más de lo que se sabe del cerebro?

-Seguramente todavía queda más por conocer de lo que ya conocemos. Hay gente que espera que se produzca una revolución similar a la de Copérnico en la investigación sobre el cerebro, pero todavía no estamos en esa fase.