Tener una discapacidad no impide disfrutar de una vida sexual activa y plenamente satisfactoria. Las asociaciones de ayuda a personas con diversidad funcional lo tienen claro, pero reconocen que pese a que se han dado "avances" a la hora de abordar la sexualidad en este colectivo, aún queda bastante "por hacer" y muchos falsos mitos por derribar, especialmente con respecto a las personas con discapacidad intelectual. "En las familias todavía hay una tendencia a tratarlos como niños y por tanto como una especie de ángeles asexuados o todo lo contrario, como personas que están pensando todo el tiempo en sexo", indica la presidenta de la Asociación Discapacidad y Sexualidad, Natalia Rubio, quien insta a normalizar este tema. "La sexualidad todavía es un tema tabú en general y más en el caso de la discapacidad pero es una pata más de nuestra vida y todo el mundo tiene derecho a ella", añade Ánxela López, de VIgalicia, una entidad de ayuda a personas con discapacidad.

Tras décadas en donde el sexo era un tema vetado para este colectivo, la labor de diferentes entidades ha hecho que poco a poco las familias pierdan temores y se preocupen por formar a sus hijos en este tema y que incluso las propias personas con discapacidad demanden ayuda para poder tener una vida sexual satisfactoria. Eso sí, no todo el colectivo avanza al mismo ritmo. "En las personas con discapacidad cognitiva congénita como pueden ser quienes tienen síndrome de Down o parálisis cerebral sigue costando más por parte de las familias", indica Natalia Rubio, quien resalta que todo se debe a "miedos" de los padres por falsos mitos o por el erróneo concepto que tienen de la sexualidad.

"Suelen temer que su hija se quede embarazada o que alguien puede abusar de ellos; miedos legítimos pero que obedecen a un concepto del sexo muy vinculado al coito que no se corresponde con la realidad porque en este colectivo no son frecuentes las relaciones sexuales con coito sino que dan más valor a los besos, las miradas...", indica esta experta. Una idea que comparten en VIGalicia. "Hemos tenido casos como el de una madre que llegó con su hijo con discapacidad intelectual y que quería ayudarle a adquirir experiencia sexual, pero suelen ser pocos estos casos. Habitualmente tienen miedo a que le hagan daño a sus hijos, creen que no están suficientemente capacitados para las relaciones...", sostiene Ánxela López.

Para combatir estos temores, las asociaciones trabajan en conjunto con padres e hijos para normalizar la sexualidad en este colectivo. "Lo primero con las familias es hacer que no vean la sexualidad solo como algo vinculado a genitales, coito y orgasmo. Nosotros trabajamos en un modelo que tiene más que ver con cuerpos y no genitales, que apuesta por ampliar el abanico de disfrute más allá del coito y que permite tener placer sin orgasmos", indica la presidenta de Discapacidad y Sexualidad. Lo mismo trabajan con las personas de diversidad funcional. "En el caso de personas con discapacidad cognitiva el tema del cuerpo tiene que ver con el pudor, la intimidad, ayudarles a saber qué limites corporales no pueden superar, no acercarse demasiado a la gente por ejemplo. También les enseñamos cómo gestionar ciertas conductas, por ejemplo, la masturbación. Ocurre que están tan sobreprotegidos que sus familias no se despegan de ellos y actitudes que deberían tenerse en sus cuartos terminan sucediendo en escenarios públicos", explica Natalia Rubio, quien tiene claro que la sexualidad es un tema que en el que deben implicarse tanto los especialistas como las familias.

La clave está en que los padres aprendan a tratar a sus hijos como lo que son, adultos. "Tienen que aprender a crecer con ellos, dejar de verlos como niños y saber que coordinándose con profesionales tienen capacidad para hacer educación sexual", indica Rubio, quien recuerda que al contactar con asociones se dan cuenta de que lo que les ocurre a ellos le pasa a muchas otras familias, "aprenden a desdramatizar situaciones y a ver todo como algo más natural". Un cambio de chip que también es fundamental para detectar cualquier posible problema vinculado con las relaciones sexuales que pueda sufrir el hijo. "Los padres tienen que conseguir que la sexualidad sea un tema a tratar con normalidad, del que sus hijos les pueden hablar y así si alguna vez les ocurre algo feo, lo comentarán con ellos", sostiene esta especialista.

Pero las asociaciones de apoyo a personas con diversidad funcional se encuentran también con otro perfil de usuario que demanda su ayuda y nada tiene que ver con el anterior: quienes tienen una discapacidad sobrevenida, es decir, a los que un ictus o un accidente de tráfico, por ejemplo, les ha dejado unas secuelas que les impiden disfrutar de las sexualidad como lo hacían hasta entonces. "Son personas con daño cerebral o lesión medular. Gente que ha visto afectada alguna parte de sus genitales o su función motora y que tienen el deseo de volver a hacer lo que hacían antes ya sea solos o en compañía".

Pero los deseos chocan muchas veces con la realidad y obligan a este colectivo a "reiventarse". "Algunas discapacidades dificultan el volver a tener las relaciones de antes, hay que reiventarse", indica Natalia Rubio, quien vuelve a insistir en el error de vincular el sexo únicamente a coito y orgasmo. "Cuanto más arraigada esté esta idea, más complicado es en estas situaciones", indica y añade: "Trabajamos con ellos para que vean hay otras formas de sexualidad (besos, caricias, chupar) a los que muchas veces se les resta valor pero que pueden hacer que su vida sexual sea incluso más satisfactoria que antes. Tienen que ver que lo que hacen merece la pena".

Asociaciones como VIgalicia o Discapacidad y Sexualidad asesoran a las familias y personas con diversidad funcional sobre cualquier duda o temor, organizan jornadas informativas para el público en general o talleres pensados para profesionales. "Soy optimista, cada vez es un tema más presente para las familias y para los propios discapacitados, es algo que está más presente en las plataformas", indica Natalia Rubio, quien cree que ahora hay que incidir en concienciar al conjunto de la sociedad. "Hay que sensibilizar a la población porque siempre creemos que la discapacidad es algo lejano a nosotros pero puede sucederle a cualquiera", sostiene.

Lograrlo pasa por romper con ciertos estereotipos todavía vigentes en gran parte del cine o la publicidad. "Hay que fomentar la visión positiva de la discapacidad, de la diversidad... En los medios siempre aparecen los cuerpos Danone, se centra todo en el cuerpo y hay que ir más allá. Somos una sociedad diversa en la que unas personas complementan a otros", indica López. Las asociaciones lo tienen claro, una discapacidad no puede suponer un freno al sexo.