Uno de cada veinte trasplantes de riñón en España se practica en el Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac). Y en el centro coruñés, una de cada cuatro intervenciones de ese tipo se hace ya con donante vivo. Detrás de estos números se esconden historias como la de Óscar Durán, un joven músico gallego que sabía que un día sus riñones le jugarían una mala pasada, aunque ignoraba que lo harían tan pronto. Con apenas 20 años, al bajista del grupo Eladio y Los Seres Queridos le comunicaron que había recibido como herencia paterna una insuficiencia renal crónica. Uno de sus riñones no funcionaba, así que "tocaba cuidar mucho el otro". "Lo que no sabía era que los problemas iban a llegar tan pronto, porque mi padre no empezó a tenerlos hasta rozar los 60. Era consciente de que pasaría por algo así, pero en aquel momento pensaba que todavía faltaba mucho tiempo", recuerda.

Sin embargo, en diciembre de 2013, tras someterse a una revisión rutinaria, le dijeron que ese riñón que hasta entonces había tenido entre algodones se había deteriorado, pero que, al ser joven, iban a esperar. "Empecé así una rutina de realizarme pruebas cada mes y medio. Era una agonía que alargamos durante tres años, pero entré en prediálisis y, si no me hubiese sometido al trasplante, en un mes ya estaría atado a una máquina", señala.

Fue entonces cuando su mujer, Carolina Ojea, decidió hacerle el "mejor regalo" de su vida. No se lo pensó dos veces y se realizó las pruebas para saber si su riñón era compatible con el de su marido. "Sé que la decisión para mi pareja no fue fácil. Someterse a una operación estando sano es algo que cuesta. Habría entendido perfectamente que Carolina hubiese preferido no hacerlo. Pero ella sabía que, de lo contrario, me tocaría esperar la donación de un cadáver. Y que, durante la espera, lo más probable es que llegara el momento de someterme a diálisis, de conectarme todas las semanas a una máquina hospitalaria. Así que me ofreció su riñón", rememora Óscar. "Nos hicimos todas las pruebas necesarias, y resultó que nuestros riñones eran compatibles. Además de compartir los gustos musicales y las aficiones, compartimos el mismo grupo sanguíneo y nuestros riñones se llevan a la perfección", comenta, divertido.

Óscar y Carolina son padres de un niño, Lucas, de sólo tres años. Él fue principal motivo para llevar a cabo el trasplante. "No para quieto y a mí cada vez me costaba más seguirle el ritmo. La diálisis, no solo me afectaría a mí, sino a todo el núcleo familiar, porque me limitaría mucho. No queríamos que la vida de nuestra familia quedara atada a una máquina de diálisis", explica Óscar.

Ese acto de solidaridad por parte de la mujer de Óscar no fue el primero que se vivió en la familia. La madre del músico ya había sentado precedente tres años antes donándole un riñón a su padre. "La operación de mi padre salió bien, aunque surgieron algunas complicaciones y tuvo que entrar en quirófano tres veces en 24 horas. Hoy en día está estupendamente, mejor que nunca, y mi madre también, sólo tiene que someterse a revisiones periódicas, al igual que Carolina, y llevar un estilo de vida saludable, lo que deberíamos hacer todos, vaya", señala.

El ansiado trasplante llegó el pasado 26 de octubre. "Pasamos más nervios las semanas anteriores que el mismo día de la operación. Una vez en el hospital, en lo único que piensas es en estar de vuelta en casa. Además, las enfermeras y todo el personal se portaron muy bien, se volcaron muchísimo con nosotros. Nunca lo olvidaremos", subraya Óscar, quien, sin duda, tampoco olvidará nunca la determinación de Carolina. "No tengo las palabras exactas para definir lo que significa lo que ha hecho por mí. Es mucho más que amor y solidaridad. Me facilitó una vida nueva. Si no me operaba, en noviembre tendría que empezar la diálisis, no podría tocar, ni tener un trabajo normal. Tengo 36 años y, gracias a ella, una supervida por delante", recalca. "Antes de someterme al trasplante estaba siempre muy cansado y preocupado. Me levantaba ya con una sensación de debilidad tremenda, después de un concierto estaba extenuado. Y al terminar de comer, ya empezaba a quedarme dormido. Ahora si me echo una siesta es por vicio. Estoy mejor que nunca. Y todo gracias a mi mujer", apunta Óscar, quien pone su caso como ejemplo para llamar la atención sobre la importancia de la donación de órganos: "Muchas vidas pueden ser salvadas".