A partir de los 35 años baja progresivamente tanto el número de óvulos como su calidad, lo que dificulta el quedarse embarazada y tras superar los 42 cumplir el sueño de ser madre es prácticamente imposible si no se recurre a ovocitos de una donante más joven. La demanda de óvulos para tratamientos de reproducción asistida se ha disparado en la última década -si en 2006 se iniciaron 6.578 ciclos con ovocitos de este tipo, en 2015 la cifra subió a los 12.542- y desde la Sociedad Española de Fertilidad reconocen que hay más demanda de óvulos que donaciones. "El retraso en la edad de la maternidad provoca que se necesiten más ovocitos de donante para los tratamientos", explica el director del HM Fertility Center Belén en A Coruña, Moisés Moreira.

Al igual que la donación de esperma, la de óvulos obliga a un completo estudio sobre la salud y los hábitos del futuro donante ya que muchas veces los interesados no cumplen con los requisitos que exigen las clínicas. "El número de donantes válidas suele ser bajo", reconoce el doctor Moreira, quien explica que por ley las donantes de óvulos tienen que tener entre 18 y 35 años, un índice de masa corporal adecuado, no presentar ningún tipo de enfermedad infecciosa ni antecedentes familiares de dolencias que se puedan transmitir y no presentar hábitos tóxicos como consumo de tabaco o alcohol. "Además es preciso que tengan toda la información sobre el proceso y comprendan la importancia del paso que van a dar, porque donan sus óvulos para crear vida", indica el doctor Moisés Moreira.

Una vez realizados los diferentes análisis que establece el protocolo -entre ellos el de la reserva ovárica para comprobar su calidad-, el proceso de donación se iniciará al comienzo de la menstruación. "La mujer recibirá una medicación para estimular los ovarios, es decir, para que generen un mayor número de ovocitos y se someterá a controles periódicos y rigurosos", indica este ginecólogo, quien explica cómo cuando los expertos consideren que se llega al número de ovocitos adecuado se planifica la extracción. "Esto implica el ingreso de una mañana de la donante a la que se sedará durante la extracción para que no sienta ningún tipo de molestia. Ese mismo día se puede ir para su casa y pese a ser más complejo que la donación de esperma es un método seguro y bajo control", sostiene.

Al igual que ocurre con los varones que donan esperma, la ley limita el número de veces que se pueden donar óvulos en función de los nacimientos que se logren gracias a los ovocitos de una misma donante. En teoría, solo podrán realizarse seis embarazos con óvulos de una misma mujer, pero en la práctica esto es difícil de comprobar. "Hay un vacío legal, no existe un registro nacional de donación y esto hace que una misma mujer pueda recorrer varios centros y donar en ellos sin que sepamos si ha cubierto el límite de nacimientos que marca la ley", sostiene Moreira.

Las destinatarias más habituales de estos óvulos donados son mujeres que retrasan la maternidad hasta pasados los 40 años. "A partir de esa edad los óvulos propios suelen ser de muy mala calidad y cuando hablamos ya de 42 o 43 años casi siempre hay que recurrir a ovocitos de donación que tienen la ventaja de que tienen la edad de la donante", sostiene este ginecólogo que reconoce que esta es la clave de que un embarazo que no progresa con óvulos propios lo haga con los de un donante. "Una mujer de 40 años a tratamiento reproductivo tiene menos de un 10% de probabilidades de tener un embarazo con sus óvulos y la tasa con ovocitos de donante sube al 48-49%", sostiene Moireira, quien reconoce que mujeres más jóvenes también pueden necesitar ovocitos de donación cuando por múltiples problemas no logran un embarazo.

Quienes se animan a donar reciben una compensación económica por las molestias que supone este acto que permite a muchas parejas cumplir su sueño de ser padres.