"Hay pinganillos tan pequeños que no se ven por mucho que nos obliguen a ir con el pelo recogido en una cola", comenta María, estudiante de Bachillerato en el Instituto Rosales II de Vigo, tras conocer que la Comisión Interuniversitaria de Galicia (CIUG) ha decidido que los alumnos que este año se presenten a las pruebas de selectivo deberán "mantener los pabellones auditivos despejados para la verificación de que no se usan dispositivos auditivos no permitidos".

El objetivo de la nueva medida, que se importa de otras comunidades, es evitar que haya alumnos que copien con la ayuda de cómplices en el exterior. Por ello, se exige a los estudiantes que vayan con el pelo recogido o sin gorros. Así será más fácil comprobar que no utilizan una "chuleta electrónica" para aprobar o sacar mejor nota, pues alguien desde el exterior les dicta las respuestas a las preguntas. La CIUG también prohíbe desde hace años "entrar en el aula con móviles, smartwatch o cualquier otro dispositivo electrónico, incluso apagado".

"Hay unos pinganillos invisibles, son muy pequeños y se introducen muy en el interior de la oreja y para sacarlos se usa un imán", expone Noemí, profesora de Bachillerato en un colegio de A Coruña, quien ve positiva la norma de la CIUG, pero ve su alcance "limitado", pues la tecnología va por delante.

No es la única. María, la estudiante del Rosales II, también opina que la medida para frenar la tentación de los jóvenes de copiar en las pruebas de acceso a la Universidad "no será efectiva al 100%". En todo caso no le molesta y la entiende. Eso sí, apunta que quizás suponga un problema para algunos estudiantes: "La gente tiene sus tics y sus manías, y a un examen como la selectividad hay que ir cómodo, y si les cambias algo se pueden poner nerviosos".

Laura, que estudia Bachillerato en el instituto Santa Irene de Vigo, también advierte de que hay gente "maniática y supersticiosa" que siempre hace los exámenes con el mismo bolígrafo o escribe mientras juega su pelo, y si no se lo permites, "puede rendir menos". Laura ve "bien" que se extreme la vigilancia para no copiar, pero se pregunta si no bastaría con los inhibidores de frecuencia que hay en los campus o con revisar a los alumnos antes de entrar en el aula.

A Xurxo, que estudia en el instituto As Lagoas de Ourense, no le convence la prohibición. "Extiende una sombra de sospecha sobre los alumnos en general y no sé yo si la prohibición animará a más estudiantes a copiar", afirma. "No entiendo por qué los profesores, en caso de duda, no se pueden acercar al estudiante y pedirle que aparte la melena o se quite la gorra", añade Xurxo. "Además si te ponen difícil copiar vía pinganillo, se volverá al método tradicional, la chuleta física. Quien quiere copiar, copiará", afirma.

Marina, que cursa estudios en el instituto de Adormideras de A Coruña, está de acuerdo con la prohibición de llevar el pelo suelto o una gorra. "No es justo que alguien apruebe o mejore su nota copiando porque en este examen te juegas por unas décimas entrar en la carrera que deseas", expone.

María, del Instituto Rosales II, en todo caso, piensa que no serán muchos los que se atrevan a copiar: "Quienes van a selectividad, han aprobado el curso, se saben las materias, me parece que arriesgan mucho". ¿Y qué arriesgan? "A un cero en ese examen y a que la comisión organizadora de las pruebas determine posibles sanciones, que pueden implicar la anulación total" de la selectividad, explican desde la CIUG.