Melchor Fernández denuncia la escasez de datos detallados sobre el impacto de las demencias tanto en el entorno familiar, como en el ámbito público. Resultan determinantes, argumenta, para trazar actuaciones de la administración no basadas en el "buenísimo", sino en la "eficiencia". "Sin estimaciones correctas, no podemos calcular los costes agregados e determinada política. Por ejemplo, algunos estudios estiman que los programas de detección precoz de la demencia pueden hacer que en un tercio de los pacientes la evolución de la enfermedad sea más lenta. Eso, además de mejorar su calidad de vida, puede permitir ahorrar en el futuro. Así ya no será un gasto, sino una inversión", explica antes de lamentar el "menor esfuerzo del debido" por conocer en detalle esta problemática. Como ejemplo, indica la necesidad de saber cuántos cuidadores formales o informales hay y dentro de estos, qué profesiones tienen, a qué renuncian por la necesidad de atender a sus familiares, etc.

Aún así, destaca que la carga para la economía doméstica es excesiva. "Aunque en el 80% de los casos de demencias, los familiares asumen los cuidados, los hogares se descapitalizan ante una situación así. Su renta no les llega", relata sobre la necesidad de ayudas económicas y ahorros.

Para ello compara cifras. El coste de una atención de 8 horas alcanza los 26.000 euros anuales, casi la renta media de Galicia, situada en 26.533 en 2017.