Doctora en Derecho y profesora en Derecho del Trabajo en la Universidade de Santiago, Consuelo Ferreiro se ha especializado en temas de igualdad. Insiste en que su visión es "una apreciación personal y subjetiva" y defiende que no solo hay que hablar de conciliación, sino sobre todo de corresponsabilidad entre hombres y mujeres.

-Los gallegos cada vez adoptan menos medidas de conciliación. ¿Por qué?

-En 2012 hubo una reforma laboral con la ley 3/2012 del 10 de febrero y se produce una cosa curiosa. El artículo 52 del Estatuto de Trabajadores contempla que el despido debe producirse por causas objetivas. Y en esta reforma laboral se incluye como causa objetiva las ausencias al trabajo por enfermedad o baja médica inferiores a veinte días. Eso fomenta la asistencia al trabajo y se lucha contra el absentismo, pero se da una sensación de que hay que mantener el puesto de trabajo y si tienes una enfermedad pequeña decides ir a trabajar igualmente. Por eso se adoptan también menos medidas de conciliación.

-No se concilia por miedo al despido...

-Hay el temor a que el empresario se canse y te despida. Las crisis provocan una retracción en los derechos de los trabajadores, sobre todo en conciliación.

-Pero ahora estamos saliendo de la crisis económica. ¿Por qué no se mejora?

-Hubo una reducción en los costes laborales de la empresa que se mantiene ahora y sigue habiendo incertidumbre sobre la situación laboral. Hay precariedad y mucha temporalidad. También influye la estructura empresarial que tenemos.

-¿En qué sentido?

-El tejido empresarial dominante es la microempresa. Las medidas de conciliación son más sencillas en las grandes empresas. Las pequeñas empresas no tienen convenios colectivos propios sino que aplican los convenios provinciales que son más bajos en términos de protección laboral.

-¿Falta concienciación sobre la necesidad de facilitar medidas de conciliación?

-Los grandes impedimentos a la conciliación en Galicia se pueden resumir en dos. Por un lado, la solvencia de las pequeñas empresas y, por otro, es algo cultural. Falta formación de los trabajadores sobre la importancia que tiene hacer valer estos derechos. Esto no ocurre en los países nórdicos. Cuando el trabajador pone en una balanza su puesto de trabajo o defender otros derechos opta por su trabajo. Debe haber mayor concienciación de la importancia de la familia y de la necesidad de propiciar estas medidas sin que sean traumáticas.