Ycomo siempre te sientes mal. Se han acabado las fiestas navideñas y la fiebre consumista. Saltan las alarmas. Se habla de la cuesta de enero y empiezan a pasarte las facturas de los gastos del mes pasado. Todo te desborda y te desanimas. Dudas de todo y te planteas si estarás deprimid@.

Pero no es tan sencillo y el médico es el único que puede hacer un diagnóstico en ese sentido. Sentirse desanimado o preocupado no es suficiente para que estés padeciendo una depresión a pesar de que los datos de la OMS indican que es la principal causa mundial de discapacidad y que afecta más a mujeres que a hombres.

La depresión puede definirse como un trastorno afectivo del estado de ánimo que se manifiesta con síntomas psíquicos (tristeza, reducción de la autoestima, etc.) y somáticos (pérdida de apetito, astenia, insomnio, somnolencia, etc.) que afecta a más de un millón de personas en España. Hay diferentes tipos de depresión y con distintos grados (de leve a grave) que deben ser tratadas por el médico. Las causas son variadas y podemos dividirlas en: genéticas (herencia directa), fisiológicas (dolor crónico), personales (más frecuente en el sexo femenino), ambientales (problemas laborales). Normalmente, es el conjunto de factores lo que desencadena el cuadro depresivo.

Los síntomas incluyen: tristeza, pérdida de interés por lo que antes te gustaba, fatiga, pérdida de vitalidad, alteraciones del sueño, sentimiento de culpa, disminución de la capacidad de concentración, ánimo depresivo, etc. El tratamiento debe ser pautado por el médico y suele orientarse en dos direcciones: el farmacológico, basado en la administración de fármacos antidepresivos, y el psicológico, centrado en la terapia cognitivo-conductual. Existen otras opciones que debes consultar a tu médico y no consumir ninguna sustancia sin su permiso.

Afortunadamente, no todas las personas que se sienten desanimadas en un momento como éste están deprimidas y necesitan un tratamiento del tipo señalado. Lo importante es acudir al médico y seguir sus indicaciones, sin dudar.

Para los que se encuentran en el grupo de entristecidos y desanimados, las recomendaciones se centran en cambiar los hábitos nocivos e intentar buscar nuevas alternativas lúdicas y placenteras: pasear, hacer deporte, hablar con amigos y familia o cuidar la dieta habitual constituyen los pilares básicos para recuperar el estado de ánimo.

Algunos alimentos como las grasas saturadas, el alcohol, los endulzantes artificiales, los alimentos procesados (embutidos, precocinados o bollería industrial), fritos, los cereales refinados, los refrescos, etc. deberían ser eliminados del menú habitual, ya que se ha comprobado que no están indicados para quienes sufren un cuadro de este tipo. Se recomienda consumir frutas, verduras, pescado y agua para mantener tu organismo sano y evitar la formación de compuestos que reduzcan la producción de serotonina, molécula fundamental para mantener alto tu estado de ánimo.

Para reducir esa tensión interna que te hace sentir mal, se recomienda incluir en tu dieta diaria:

-Almendras (de 5 a 15 al día), con efecto saciante y liberadoras de tensión cuando se mastican.

-Avena, (rica en avenina, un alcaloide con efecto sedante) que puedes añadir a un batido de frutas o un yogur desnatado.

-Espinacas, con alto contenido en magnesio cuya carencia provoca migraña y fatiga.

-Germen de trigo.

-Leche desnatada, templada y con una cucharadita de miel antes de dormir.

-Lechuga, calmante del sistema nervioso, pues se le atribuyen propiedades sedantes.

-Mango, eficaz contra el insomnio, para relajar la tensión y aliviar los efectos del estrés mantenido.

-Pasta, con hidratos de carbono complejos que suben los niveles de glucosa y los mantienen en el tiempo.

-Pavo, rico en triptófano, vitaminas del grupo B y minerales.

-Pipas de girasol, ricas en minerales y relajantes durante la ingesta.

-Pescado (salmón, atún, sardinas, etc.), con ácidos grasos esenciales.

-Plátano, con vitaminas y minerales, favorece la recuperación tras etapas de nerviosismo o depresión.

Anímate a organizar una cena o comida con tus amigos o familia empleando los alimentos recomendados y disfruta de una animada charla para recuperar la energía perdida. Camina por una zona agradable durante media hora en soledad o compañía, según prefieras. Consulta con tu médico de familia si tienes cualquier duda o percibes que "estás triste" porque él es el único capaz de realizar un diagnóstico correcto de lo que te ocurre.