La directora española Isabel Coixet Isabel Coixetdesveló ayer en la Berlinale su Elisa y Marcela, que rescata la historia de las dos maestras coruñesas que lograron casarse en la iglesia de San Jorge de A Coruña en 1901 y que, tras ser descubiertas, tuvieron que huir al extranjero. Un filme con el que la cineasta rinde homenaje a quienes deben seguir luchando contra los vetos al amor.

Rodada en blanco y negro, la única representante española a concurso en la capital alemana fue recibida como una cinta de temática poderosa, en un festival volcado al cine hecho por mujeres. "Yo no busco historias de mujeres fuertes. Ellas me encuentran a mí", explicó la cineasta, acogida como una amiga en su novena visita a ese festival, respecto a los papeles que interpretan Greta Fernández -como Marcela- y Natalia de Molina -que da vida a Elisa en el filme-.

La historia de esas dos mujeres reales, que se casaron en A Coruña en 1901, disfrazándose una de ellas de hombre, le cayó en las manos hace diez años y de ahí surgió un filme que "no es un manifiesto", dijo, aunque sí recuerda a todos aquellos que siguen perseguidos por su homosexualidad. Retrata lo que fue un amor a primera vista entre Marcela, una muchacha crecida en un orfanato, pese a tener padres, que llega empapada a su primer día en la escuela y deja que Elisa, quien vive ahí con su tía monja, la arrope y reconforte. Marcela es menuda, Elisa algo más hombruna. Su relación despierta pronto las suspicacias en un entorno donde que una mujer leyera ya era sospechoso de pecado; de las sospechas se pasa a las pedradas, a la trampa de hacer pasar Elisa por hombre, a una boda en A Coruña y al escándalo social al revelarse lo que fue un "matrimonio sin hombre".

"Era importante lograr crear la química suficiente entre nosotras para traspasar la pantalla", explicó Natalia de Molina, en la presentación ante los medios del filme.

La cineasta dedicó diez años al proyecto, pero el rodaje se completó en cuatro semanas, con un guión que arranca en el exilio de la pareja en Argentina, para volver al pueblo gallego donde surge su amor y pasar a Portugal, donde caen en la cárcel tras descubrirse su trampa. "Puedo entender las razones de quienes consideran a Netflix una amenaza. Pero no puedo compartir que, en nombre de la cultura, se pretenda excluirnos de la competición", explicó Coixet, en relación a las presiones de los exhibidores alemanes contra su película, producida por esta plataforma audiovisual.

Un colectivo de 160 salas de cine difundieron estos días una carta al director de la Berlinale, Dieter Kosslick, y al ministerio de Cultura alemán pidiendo su exclusión de la competición. El propio Kosslick había explicado ya antes, cuando surgieron las primeras quejas, que habían decidido programarla por tener las garantías de que iba a exhibirse al menos en salas de cine españolas.

"El mejor precedente es Roma, la película que probablemente gane el Óscar, porque es la mejor", dijo Coixet, en relación al aclamado filme dirigido por el mexicano Alfonso Cuarón, producido también por Netflix y triunfador en el Festival de Venecia. La polémica en torno a Netflix fue tema recurrente en la presentación de Coixet, quien tuvo que explicar una y otra vez las dificultades con que se topó hasta encontrar financiación para un proyecto en blanco y negro.

"Hay muchas Marcelas y Elisas en todo el mundo", recordó Natalia de Molina, mientras Coixet se declaraba "alérgica al matrimonio", pero defensora de que cada uno pueda casarse con quien quiera.