El poeta chileno Raúl Zurita, Premio Nacional de su país y Premio Iberoamericano Pablo Neruda, es el primer participante en la Residencia Literaria 1863, puesta en marcha en A Coruña por Yolanda Castaño. Desde el balcón de este espacio en la calle Riego de Agua leyó ayer a los viandantes algunos de sus versos, convencido de que la buena poesía debe ser leída en voz alta, lo que le llevó a hacerlo en el cielo de Nueva York y en el desierto de Atacama. Para Zurita, una residencia literaria es tan positiva para un creador como la ciudad en la que se desarrolla.

- ¿Qué aporta una residencia artística como en la que participa ahora?

-Es una experiencia superpositiva para el creador y para el entorno. Una residencia de escritores contagia los espacios, a veces de una forma muy sutil, que a veces no se percibe a simple vista, pero que va impregnando el ambiente de otras cosas. Es una lucha por preservar una mirada, una actitud en un mundo bastante atroz.

- ¿Favorecen que los creadores se encuentren en un ambiente propicio?

-Favorecen la creación, pero también la recepción. A un creador, a un poeta, le pueden dar el castillo de Windsor y todas las facilidades y que después no escriba una letra, mientras que le puede dar por escribir en las condiciones aparentemente más adversas, por lo que el clima hace la obra. Una ciudad se dignifica y se enaltece con una residencia literaria o de artistas. Pero lo hace de una manera no estruendosa porque estamos demasiado llenos de cosas estruendosas. Si una ciudad recibe a artistas y poetas y les da su espacio para que estén, si de ahí sale algo, fantástico, y si no sale, ya saldrá. Pero refleja una actitud muy necesaria en un mundo muy brutalizado.

- Le da mucha importancia al recitado de los poemas. ¿Es importante leer en público los poemas?

-Lo importante es la escritura, eso es lo crucial. Pero un poema también tiene que ser lo suficientemente bueno como para ser leído en voz alta frente al mar.

- Usted lo ha hecho en lugares muy dispares y hoy (por ayer) lo hará en la calle Riego de Agua. ¿Qué sentido tiene?

-Para mí es un modo de expresar con el cual me conecto con el momento en el que estaba escribiendo el poema. No he estudiado actuación, por lo que únicamente hago lo que siento. Si un poema no puede ser leído, empiezo a dudar de su valía. Un poema tiene que resistir todo, desde el simple hojeo en una librería hasta a quien lo lee completo. La poesía no tiene otra posibilidad que la de ser extraordinaria porque no hay una interpretación más allá de ella, aunque quizás con eso yo mismo me estoy poniendo una soga al cuello.

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Raúl Zurita, en la Residencia Literaria 1863

- Usted sufrió la tortura por parte de la dictadura de Pinochet. ¿Cómo afecta un hecho de ese tipo a un creador

-La tragedia chilena es una partícula de la tragedia general de sociedades que no encuentran su camino al amor, porque el mundo no se puede medir por lo bien que están los que están bien, sino por lo mal que están los que están mal, que están demasiado mal. Para mí la poesía parte de eso, de la constatación de que los que están mal están demasiado mal y de saber que están sufriendo porque estoy mejor que ellos, como la gente que está ahogándose en el Mediterráneo o hundiéndose en la frontera en Centroamérica. Pero nunca le impondría a un creador lo que tiene que hacerse porque eso lo sabe él.

- ¿Ha sido un poeta distinto después de pasar por aquellos hechos?

-Prácticamente comencé entonces. Había escrito y publicado antes, pero el golpe de Estado chileno fue emblemático, ya que me golpeó profundamente, tan profundamente que nunca he salido muy bien de él. Pero desde allí he tratado de mirar, de pensar, de soñar, de imaginar un paraíso posible.