El cardenal australiano George Pell, exnúmero tres del Vaticano, fue condenado ayer a seis años de prisión por abusar sexualmente de dos niños en 1996 "con cruel indiferencia" y "abrumadora arrogancia". Pell, el más alto cargo de la Iglesia católica en ser declarado culpable por pederastia, se enfrentaba a diez años por cada uno de los cinco delitos, uno de ellos por penetración oral, de los que fue declarado culpable por un jurado el pasado 11 de diciembre.

El juez Peter Kidd, del Tribunal del estado de Victoria, dijo en la lectura de la sentencia que el prelado de 77 años deberá cumplir al menos tres años y ocho meses de la condena antes de poder solicitar la libertad condicional. "El período de cárcel que le impondré implica la posibilidad de que no viva para que sea puesto en libertad", dijo el magistrado que remarcó que en su decisión tuvo en cuenta factores como la edad y la salud del cardenal.

Pell se mantuvo impasible durante la lectura del veredicto, retransmitido en directo, al que asistió sin su alzacuellos por primera en todo el proceso y del que salió tras firmar el registro de agresores sexuales, en el que permanecerá de por vida. La condena es por los hechos ocurridos en diciembre de 1996 en la sacristía de la catedral de St Patrick's, en el este de Melbourne, contra dos niños de 13 años del coro, identificados como "J" y "R" por el juez en la sentencia.

En ese suceso, el entonces arzobispo de Melbourne sorprendió a los niños bebiendo el vino sacramental y les dijo "tenéis problemas" antes de comenzar a quitarse los atuendos religiosos para mostrarles el pene, añadió el fallo. A "R" lo agarró de la nuca y se lo acercó a los genitales, mientras que a "J" lo penetró oralmente y le tocó sus partes intimas mientras se masturbaba, precisó. Un mes después a este segundo, que es quien denunció al cardenal, lo puso contra la pared y le estrujó el pene cuando lo encontró en uno de los corredores, detalló.

"Todas las ofensas, en los dos episodios, son significativamente más serias debido al entorno o las circunstancias contextuales, en concreto, la violación a la confianza y el abuso del poder. Desde mi punto de vista, su conducta fue impregnada de abrumadora arrogancia", expresó el juez.

Kidd también le recriminó que la acción fuera consciente y supuso un abuso de poder desproporcionado al ser él la máxima autoridad de la catedral, que todos reverenciaban, mientras que los niños del coro eran los más vulnerables. "Usted pasó de una víctima a otra. Su diálogo con las dos víctimas en el primer episodio era intencionado y receptivo. Usted continuó ofendiendo con cruel indiferencia a la evidente angustia y objeciones de las víctimas. En algún momento de este episodio, incluso le dijo a las víctimas que estuvieran quietos porque lloraban", precisó el juez.

La sentencia fue seguida por muchas víctimas de abusos sexuales en la sala, a las afueras y por la televisión, entre ellas algunas presuntamente agredidas por Pell en otros casos, así como por miembros de la Iglesia católica o de otras instituciones.