La palabra amaxofobia describe el temor obsesivo que sienten algunas personas a conducir un vehículo. Proviene del griego amaxa (carro) y fobia (temor). Este trastorno obedece a varias causas y se produce normalmente antes de empezar o durante la conducción, resultando incontrolable para quien lo padece. Afecta en diferentes grados a más de un 30% de la población e incapacita absolutamente a un porcentaje aún no concretamente determinado, limitando su vida.

Los estudios profesionales indican que serían unas 15.000 personas severamente afectadas por el proceso, de las que más del 87 por ciento son mujeres y casi un 13 por ciento (y en edades más tardías) son hombres. Suelen tener pensamientos catastrofistas que les llevan a sentirse incapaces de conducir o a utilizar únicamente vías que conocen bien. Esta situación provoca limitaciones muy potentes ya que les impide, por ejemplo, aceptar un trabajo que suponga un desplazamiento o renunciar a acudir a reuniones sociales a las que no pueden acceder según sus condiciones.

Esta fobia se relaciona con la inseguridad personal, la participación de personas queridas en algún accidente de tráfico con resultados graves o con una experiencia negativa previa que actúa como recuerdo doloroso y precipita su aparición. Los psicólogos especializados inciden en que las características personales influyen en su padecimiento y señalan que se asocia con antecedentes de ansiedad y depresión, baja autoestima, altos niveles de autoexigencia, baja autoestima, fragilidad emocional, etc.

Suele darse un desencadenante que inicia el trastorno en forma de una crisis aguda de ansiedad que culmina en un ataque de pánico. Cuando sucede durante la conducción, el problema se magnifica y genera la incapacidad del conductor para volver a enfrentarse a esa situación por temor a que se repita y no ser capaz de controlarse. En ese momento se desencadena la fobia por asociación del estímulo a las consecuencias negativas que padece la persona que la sufre.

Aunque los síntomas son variables, suele presentarse como ataques de pánico, ansiedad, agitación, etc. en días u horas en que tendría que conducir. Los grados de padecimiento son variables y llega a afectar al paciente alterando su calidad de vida cuando la incapacidad le limita.

Se han establecido varios grupos en función del momento de aparición del trastorno:

-Quienes acaban de sacar el carnet (un 25%) que no son capaces de hacerlo solos y acaban dejando de conducir por temor a hacerlo mal o sufrir un accidente. Se está presentando con frecuencia creciente e independientemente de la edad del paciente.

-Quienes llevan años conduciendo, pero sufren una etapa vital con mucho estrés que trasladan a la conducción. Esta situación genera una ansiedad anticipatoria que acaba impidiendo que puedan conducir. Realmente es el estrés el desencadenante de la fobia, pero no debería olvidarse el análisis de los demás factores concomitantes.

-Quienes han sufrido una experiencia traumática al volante y padecen "estrés postraumático" que les provoca miedo cada vez que se encuentran en una situación similar. Hay personas que han sufrido un grave accidente de tráfico e, independientemente de la gravedad del mismo, pueden padecer como secuela la amaxofobia.

Los especialistas señalan que puede superarse con terapia psicológica específica. Suelen indicar que sería necesaria una sesión semanal durante 30 a 40 semanas y puede recomendarse un tratamiento en varias fases:

-Toma de conciencia. El paciente debe reconocer que tiene un problema y necesita una solución. Es un momento complicado porque a la mayoría les cuesta entenderlo y se buscan estrategias para minimizar el problema y no hacerle frente en las condiciones correctas.

-Técnicas de afrontamiento: las técnicas de relajación y control de pensamiento se han demostrado eficaces durante la terapia.

-Exposición: acercamiento progresivo al estímulo para reducir el temor que el paciente siente ante la posibilidad de conducir. La terapia suele adaptarse individualmente al paciente que se está tratando, aunque existen parámetros imprescindibles que deben seguirse en todas las ocasiones.

Es importante tener confianza en que se resolverá y hacer todo lo posible por lograrlo. Acudir a un especialista es el mejor método, pues está capacitado para ayudarte a resolverlo. Acude a tu médico y plantéale lo que te ocurre para que pueda indicarte cómo solucionar una situación que reduce tu calidad de vida y la de quienes te rodean.