Los productores de vino encuentran un ligero consuelo contra el daño a su actividad que causa la cuarentena del coronavirus en las tiendas y establecimientos de alimentación en los que distribuyen sus productos. Pero eso supone un 10% de su negocio para muchos pequeños viticultores de la comarca coruñesa, de quienes el 90% restante depende del sector de la restauración, parado desde mediados del mes pasado. "Nuestro fuerte es la distribución y los restaurantes están cerrados, así que, ya me dirás. Tenemos que centrarnos en la viñas: ya hemos podado y a finales de abril fumigaremos", cuenta Eladio Migal, de Bodegas Eladio, que elabora un vino blanco de cosecha propia y distribuye en las áreas de Betanzos, Oza y Curtis. "Al menos aguantamos trabajando en el campo", apunta Ricardo Rilo, de Bodegas Rilo en Bergondo. Tiene dudas respecto a cómo responderá el consumidor cuando la vida recupere su normalidad: "O se produce una explosión y la gente bebe con ganas, como hace con la cerveza, o todos nos volvemos más precavidos". Migal cree que la población "aún tendrá algo de miedo a las aglomeraciones", por lo que no se atreve a pronosticar cómo será la recuperación.