El acoso escolar no entiende de confinamientos. De las aulas o pasillos del colegio se traslada ahora al propio domicilio, donde a través de las nuevas tecnologías el bullying puede producirse a cualquier hora del día y sus efectos perduran en el tiempo y son visibles para mucha más gente. El cierre de los centros escolares por la pandemia y el aumento del uso de internet, videollamadas o chats grupales por los menores eleva el riesgo de convertirse en víctima de ciberacoso, según alertan entidades como Amnistía Internacional o Save the Children. Los datos de la Fundación ANAR de ayuda a la infancia le dan la razón. Mientras las llamadas para alertar de bullying presencial han bajado en estos tres meses, se mantienen las consultas por ciberacoso. "Es bastante probable que haya un repunte de casos porque el ciberacoso supone acosar sin ser visto y llevamos tres meses que se caracterizan por eso, por no habernos visto. Además los menores han estado más en contacto con las nuevas tecnologías y han tenido más tiempo libre", explica el presidente de la Asociación Profesional de Pedagogos de Galicia, José Manuel Suárez.

El ciberacoso adopta múltiples fórmulas y no se ciñe únicamente a las redes sociales. Expertos recuerdan que al acoso vía telemática puede ir desde suplantar la identidad de la víctima con perfiles falsos en las redes, publicar fotomontajes y textos en los que se busca burlarse del acosado o proferir insultos en foros públicos o el perfil de la víctima hasta meterse con él en el chat de WhatsApp de clase o todo lo contrario, ignorarlo e incluso echarlo del grupo. "Normalmente la motivación del acosador es la venganza, el hacer daño y muchas veces lo hacen desde el desconocimiento de las consecuencias que esto puede tener. Creen en el anonimato de internet y en la falsa idea de que en Facebook, por ejemplo, se puede poner cualquier cosa pero la realidad es que esto tiene consecuencias legales tanto para ellos como para sus padres, que son sus responsables hasta que sean mayores de edad", explica Suárez, quien recuerda a las familias que ante cualquier episodio de este tipo, lo primero es denunciar ante la policía. "Ellos tienen expertos que pueden localizar la IP desde la que se realizó el acoso y de ahí saber el domicilio y la autoría", resalta.

Tras varios meses en donde la exposición a las nuevas tecnologías de los niños y adolescentes fue mayor - tablets, ordenadores y móviles fueron clave no solo para seguir las clases online y hacer los deberes sino para estar en contacto con amigos y compañeros cuando no se podía salir a la calle-, los expertos piden no bajar la guardia porque se eleva el riesgo de sufrir ciberacoso u otro tipo de delitos como el sexting (envío de fotografías íntimas) o ser engañado por adultos que se hacen pasar por menores.

¿Cómo prevenir estas situaciones? Lo primero estar muy atentos a la actitud del niño. "Lo normal es conocer a nuestro hijo y si vemos que hay un cambio de actitud, que de repente está inquieto, no sale de su habitación, etc... debemos intentar saber a qué se debe", indica Suárez. Estar al día de las apps y plataformas más populares entre ellos, educarles en el buen uso (perfiles privados, no compartir información con desconocidos, etc...), fijar límites en el uso diario de dispositivos, revisar el historial para ver a qué contenidos acceden o el uso del control parental son medidas que los expertos aconsejan para que naveguen más seguros por la Red.