José Carlos López Ardao lleva impartiendo clases en la Escola de Enxeñaría de Telecomunicacións de la Universidade de Vigo desde el año 1990. Los próximos días 26 y 27 de septiembre participará en el IV Foro de Educación de Faro Impulsa con una charla dentro de la sección de talleres que lleva el título de A educación ante o reto en liña do coronavirus e o seu impacto cara ao futuro.

El confinamiento ha revolucionado el sistema educativo.

El coronavirus implicó muchos inconvenientes en la enseñanza pero al intentar resolver los problemas a toda velocidad, surgieron sinergias interesantes de cara al futuro. En la Universidade de Vigo, en tres meses se ha avanzado más en la introducción de tecnologías, plataformas que quizás en los últimos diez años. En la charla voy a hablar de si esta digitalización viene para quedarse, qué impacto tendrá en el futuro, cómo se ven las cosas este año y si el coronavirus nos dará una lección de cara el futuro. Yo creo que cogió al mundo educativo desprevenido. En la universidad, el problema quizás no fue tan gordo pero sí en Secundaria.

¿Cuáles fueron las principales dificultades que encontraron?

El confinamiento obligó a tirar de tecnología porque había que continuar la docencia desde las casas. En la Universidade de Vigo, el profesorado al principio tiró como pudo al principio utilizando plataformas como Zoom, Google Meet o Microsoft Team para seguir dando las clases de forma no presencial. Algunos no tenían medios o conocimientos, porque fue tan repentino que es verdad que a alguna parte del profesorado lo cogió sin la formación adecuada en estas herramientas porque antes no la necesitaban. Si mañana, vuelve a pasar tenemos que tener preparado al profesorado y alumnado. Otro problema fue también la falta de medios de algunos alumnos y las dificultades para llegar también a aquellos con necesidades especiales para los que las clases presenciales son necesarias.

¿Qué nota le pondría a su universidad en el pasado curso?

La Universidade de Vigo creo que reaccionó bien, aunque, para la próxima vez, no nos puede coger tan desprevenidos. Montó un servicio de conferencias que se llama Campus Remoto que funcionó bien; se inició en el empleo de plataformas de aula virtual y se empezaron a utilizar de forma significativa todas estas herramientas. Fue poco a poco. Creo que se salvó el curso de forma decente.

El ministro Castells apuesta por la enseñanza presencial en la universidad, ¿coincide con él?

Totalmente. La universidad pública debe apostar por la enseñanza presencial, en la medida de lo posible. Es absolutamente necesaria; pero cuando no es posible hay que estar preparados. La universidad gallega y española debe ser una universidad presencial, no necesita entrar en una guerra de docencia online. La docencia de calidad debe ser presencial. Obviamente, hay un público al que le viene bien un modelo no presencial, pero la universidad no puede competir ahí. Sí se pueden mezclar ambas opciones. Por ejemplo, hasta ahora, todas las tutorías se atendían en un despacho, este año se apuesta por el modelo no presencial vía videoconferencia. O si un alumno tiene que permanecer en casa enfermo o en cuarentena, es fantástico ofrecerle que siga las clases online durante un mes o dos; o también para recibir clases de un profesor que está en Estados Unidos, por ejemplo. La docencia no presencial es para otro mercado o como herramienta de apoyo en casos excepcionales.

¿Por qué no le convence el método online

Mi experiencia es que la docencia no presencial cansa mucho. El alumno difícilmente puede seguir durante cinco horas ante una pantalla escuchando a los profesores. La docencia en el aula es más llevadera e interactiva. No hay punto de comparación.

También supuso más carga de trabajo.

La dedicación del profesor desde casa fue muy superior. Se nos incrementó la carga de trabajo porque hay que pensar más las clases. La atención a los alumnos era casi 24 horas. Este año como se fijan unas horas de tutoría ya está regulado.

¿En qué consiste el modelo mixto de este año en la UVI?

Este modelo híbrido consistiría en que, por ejemplo, la mitad de los alumnos vienen a clase presencial una semana mientras la otra mitad la sigue online. Las aulas estarán preparadas para escuchar a los alumnos que están en casa como que estos escuchen a los compañeros en las aulas. A la semana siguiente, se cambia el turno y los que estuvieron en el aula pasan a seguir las clases en su hogar. Así, se cubre la mitad del aforo. En Teleco, decidimos apostar por las clases totalmente presenciales porque aprovechamos un aula grande y el salón de actos.