"Altamente preocupante". Así de tajante se manifiesta el jefe de Urgencias del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), José Manuel Fandiño, al realizar un diagnóstico de la situación actual. "Cuando finalizamos el confinamiento y el estado de alarma, nadie pensaba que el verano se desarrollaría como finalmente sucedió. Probablemente la población se relajó, y eso ha derivado en lo que estamos viviendo ahora", apunta el doctor Fandiño, quien reconoce en su Servicio están "preocupados y con cierta desazón", aunque "preparados para atender la demanda que llegue". "En principio, deberíamos estar en un periodo de recuperación, atendiendo la patología habitual en estas fechas y con algún caso de Covid-19, y preparándonos para el inicio del otoño y el invierno, pero todo se ha adelantado, con lo que significa de sobrecarga y cansancio. No obstante, estamos preparados para atender la demanda asistencial que llegue. Mantenemos los dos circuitos abiertos, el de sospecha de Covid-19 y el de patología general. Y tenemos previstas las fases de escalada. Urgencias se caracteriza por ser un servicio tremendamente dinámico y con mucha plasticidad gracias al compromiso de todo su personal", subraya.

El doctor Fandiño reconoce que, al inicio de la segunda oleada de contagios de Covid-19, la edad media de los afectados disminuyó, situándose "entre los 15 y los 40 años", aunque en la actualidad "ha vuelto a aumentar, al infectarse con el virus pacientes de mayor edad", y califica de "muy grave" la situación de Madrid, con una incidencia acumulada de más de 1.000 casos por cada 100.000 habitantes. "Los profesionales llevaban tiempo avisando de lo que iba a ocurrir algo así, pero no se les ha escuchado y se vuelve a ir por detrás. Espero equivocarme, pero parece que se va a vivir una situación similar a la de marzo. Las restricciones de movilidad son básicas para evitar la propagación del virus, y hay que hacerlas cumplir. En Galicia se han hecho las cosas aceptablemente bien con respecto a otras comunidades. Se constituyó un comité clínico y se han escuchado sus recomendaciones, amparadas con criterios objetivos de escalada-desescalada. Esta es la línea a seguir. Si logramos contener la transmisión y controlar la crisis sanitaria, lograremos que el impacto económico de esta segunda ola sea menor", señala.

Los profesionales de las Urgencias del Chuac se plantean "todos los escenarios" de cara a las próximas semanas y meses. "Uno de los pilares de la medicina de emergencias es estar preparados incluso para la peor situación. Parte de nuestra labor consiste en atender catástrofes o incidentes de múltiples víctimas, con el agravante, en este caso, de ser una situación mantenida en el tiempo", explica José Manuel Fandiño, quien asegura que, desde marzo, el servicio hospitalario que dirige "ha mejorado en la integración de la atención a los pacientes con sospecha de Covid-19 y en la capacidad de bascular recursos, de manera prácticamente inmediata, de un circuito a otro según la demanda existente". Entre las actuaciones que urgen, destaca "el funcionamiento pleno de toda la organización". "Necesitamos una Atención Primaria fuerte, funcionando al máximo rendimiento; búsqueda activa de todos los contactos de los positivos y la monitorización del cumplimiento de los aislamientos indicados; realización de test rápidos POC ( point of care), en 15-20 minutos, a pie de cama y con alta sensibilidad y especificidad (los de antígenos parecen ser una buena apuesta, especialmente en los primeros cinco días); ampliación de espacios físicos para mantener estos dos circuitos diferenciados, especialmente ante la inmediatez de la llegada de la gripe (una nueva situación de estrés añadida a la actual); y una cobertura del 100% del personal de Urgencias ante incidencias y una respuesta de todo el hospital adecuada en tiempo y forma para lograr un drenaje del Servicio. En este último punto, ha habido una apuesta clara por parte de la Dirección Xeral de Asistencia Sanitaria y los equipos directivos de las áreas sanitarias, para definir unos criterios organizativos comunes que optimicen la asistencia", recalca.

Al conjunto de la sociedad, le pide "compromiso". "No hay justificación para comportamientos que ponen en riesgo la vida de nuestra familia, amigos o compañeros de trabajo. Llevamos más de 31.000 muertos en España y más de 700 en Galicia. Que esa cifra no aumente y no tengamos que volver a abrir pabellones para acoger a fallecidos, va a depender de todos", advierte.