El escritor y académico leonés Luis Mateo Díez (Villablino, 1942) ha sido galardonado con el Premio Nacional de las Letras Españolas 2020 que concede el Ministerio de Cultura y Deportes, un reconocimiento sobre el que el autor dice que tiene la sensación de que se lo han dado sus lectores.

El jurado concede el galardón, dotado con 40.000 euros, a este escritor por su singularidad en diversos géneros, especialmente como narrador. "Su literatura es heredera de una cultura oral en la que nace y de la que registra su progresiva desaparición. A ello se suman una técnica y un lenguaje poético de extraordinaria riqueza y una preocupación constante por la dimensión moral del ser humano", indica el fallo del jurado

Este premio se une a otros galardones conseguidos por el escritor leonés, miembro de la Real Academia, como el Nacional de la Crítica o el Nacional de Narrativa. Escritor prolífico, Mateo Díez aseguró tras conocer la nueva distinción que es un autor que escribe mucho y lo va a seguir haciendo. "Tengo el alma vendida al diablo desde hace mucho tiempo", asegura.

Mateo Díez se define como un escritor "irrealista" y cree que la novela de ficción puede permanecer ajena a la actualidad aunque no al sentido de lo que ocurre y se ha dedicado a crear mundos imaginarios. Espacios oníricos y de ensoñación son escenarios habituales en sus novelas y creador de "ciudades de sombra" como su mítica Celama, el territorio simbólico y metafórico imaginado por él para retratar la extinción del mundo rural.

Un territorio que fue el escenario de tres novelas de Mateo Díez, El espíritu del páramo(1996), La ruina del cielo (1999 y ganadora del Premio Nacional de la Crítica y el Nacional de Narrativa), y El oscurecer (2002), con la que cerró la trilogía llamada El reino de Celama.

Y con los años y las desgracias, aseguró ayer, "la vida se ha ido adelgazando y se ha ensanchado ese conducto que es la creación literaria, convencido de que el arte está atado a la vida".

Mateo Díez está convencido de que su literatura va a seguir por la senda del "realismo irrealista" y por esa vertiente onírica que, advierte, no está exenta de humor. "Historias con elementos misteriosos y con perspectiva de humor", dice el autor, porque es también una mirada de lucidez. Aunque advierte de que "soñar más de lo debido no es bueno", especialmente en la actualidad en la que "este mundo se ha echado a perder por completo".

Entre sus últimas obras se encuentran La soledad de los perdidos y Visicitudes.