El Sorteo Extraordinario de la Lotería Nacional de 2020 se celebró ayer por primera vez en la historia de esta tradicional cita navideña sin la presencia de público como consecuencia de la pandemia del coronavirus. No obstante, no faltaron los incondicionales de todos los años aunque se tuvieron que quedar en el exterior del Teatro Real en Madrid, donde tiene lugar el sorteo.

Una de las personas que no faltó a la cita fue Manoli Sevilla quien, a pesar de saber que no podía entrar, acudió por séptimo año consecutivo a las puertas del Teatro Real ataviada con un gran bombo alrededor de su cuerpo. Sevilla, que actualmente tiene 84 años, explicó que este es el séptimo año que se disfraza y además para 2020 el atuendo ha sido nuevo. Sobre las 07.00 horas llegó al Teatro real y confesó que no lo hizo antes “por miedo a una posible multa”. Y es que en tiempos de pandemia, hay mucha normativa sanitaria cambiante y a veces uno se despista. Desde la puerta del coliseo madrileño, Manoli Sevilla se quejó de que no dejasen entrar al público. “Se podían haber vendido unas 20 o 30 entradas y dentro se guardan las distancias, como se han hecho en otros actos”, advirtió.

Para este año, Sevilla llevaba más de 30 décimos pero “el más especial” es el que tenía guardado para el Padre Ángel porque quiere “ayudarle con las personas más vulnerables”. Aunque también otro boleto especial para ella es el que llevaba con la fecha de nacimiento de su bisnieta, el 18110.

Su familia la apoya en su decisión de acercarse cada año al Real y ya les ha dejado claro que seguirá viniendo “hasta que muera”. El mayor deseo que tiene esta incondicional de la lotería en este Sorteo navideño es que “pase lo del coronavirus”.

No faltaron otros asiduos a las puertas del Teatro Real. Allí se plantó Juan Manuel López, de 39 años, que viajó a Madrid desde León para vivir junto con Manoli Sevilla y otros conocidos del 22 de diciembre el sorteo. En su caso, este es el séptimo año que acudió y siempre lo hace vestido con un disfraz de obispo: su personaje es el Obispo de la Lotería. Juan López jugaba este año ocho décimos de lotería y, a pesar de vivir el evento en la calle, no quiso faltar para vivir el sorteo desde cerca.

“Todos saldrán del Teatro Real porque el Gordo lo tengo yo”, bromeó López, que semanalmente acude a Madrid por un tratamiento dental. Respecto a su familia, el obispo reconoció que saben de su estancia en Madrid pero “lo que no saben es si volveré”.

“Era la ilusión de mi marido; me ha venido del cielo”

La alegría desbordante por el Gordo también se vive, y a veces de forma intensa, al otro lado del mostrador. Mónica Cejudo, responsable de la Administración número 58 de Bilbao, que repartió cuatro millones de euros en esa ciudad con una serie del primer premio, se mostró muy emocionada tras conocer la noticia. El negocio que regenta era la “ilusión” de su marido, fallecido hace unos diez meses. “Parece que esto me ha venido del cielo”, manifestó ayer. También aseguró que el hecho de que se haya repartido el Gordo en Zurbaranbarri, un barrio modesto, “va a venir muy bien” a los vecinos. “Está venga a sonar el teléfono y no puedo ni atenderlo”, concluyó.

Algunos de los aficionados al sorteo de la lotería de Navidad —algunos ya ‘clásicos’—, el año pasado, disfrazados en el salón, cuando se podía entrar. | // E.P.

Algunos de los aficionados al sorteo de la lotería de Navidad —algunos ya ‘clásicos’—, el año pasado, disfrazados en el salón, cuando se podía entrar. |   // E.P.

Algunos de los aficionados al sorteo de la lotería de Navidad —algunos ya ‘clásicos’—, el año pasado, disfrazados en el salón, cuando se podía entrar. | // E.P.

Algunos de los aficionados al sorteo de la lotería de Navidad —algunos ya ‘clásicos’—, el año pasado, disfrazados en el salón, cuando se podía entrar. | // E.P.

Manoli Sevilla y Juan López, disfrazados de bombo y ‘obispo’.