Roque nació en enero y sonríe menos de lo previsto, algo que su pediatra achaca a que todo el mundo lleve mascarilla y reciba menos estímulos; Laura tiene dos años y en cuanto se baja del columpio levanta las manos porque sabe que toca echarse gel hidroalcohólico y Mario, a punto de cumplir los tres, ha interiorizado que en el parque no se puede tocar a otros niños ni compartir los juguetes. Ellos forman parte de los miles de niños menores de 3 años que no recuerdan otra vida que no sea la pandemia, es decir, ver a todo el mundo con mascarilla, guardar distancia social y olvidarse de los besos y abrazos de otros familiares que no sean sus padres y hermanos. Pese a estas limitaciones en pleno proceso de desarrollo, pediatras y psicólogos gallegos creen que esta generación no sufrirá secuelas por este modo de crianza y aseguran que, lo peor para los más pequeños, fue el confinamiento de casi dos meses sin salir de casa.

La obligación de llevar mascarilla dificulta la recepción de estímulos en bebés o que los niños más pequeños puedan reconocer fácilmente emociones asociadas a determinados gestos o expresiones, pero los expertos creen que esto no será determinante en el desarrollo emocional de la mayoría de niños porque en casa, con su familia, ven los rostros al completo y pueden realizar ese aprendizaje. “En el caso de los lactantes la sonrisa social, por ejemplo, se produce por el contacto directo con su madre y su padre y ahí no hay mascarilla. Puede que haya compañeros que hayan visto casos puntuales de algún estancamiento en el desarrollo de algún niño, pero como ya los había antes de la pandemia. No creo que a largo plazo esta situación vaya a influir en el desarrollo de los niños o al menos ahora no tenemos datos para afirmarlo”, indica la pediatra de la Casa del Mar y presidenta de la Asociación Gallega de Pediatría de Atención Primaria, Amparo Rodríguez, quien recuerda que es clave “que las familias suplan esa falta de estímulos con más tiempo dedicado a los pequeños”. “No creo que les vaya a afectar, volverán a vernos la cara y de hecho les resultará raro ver a la gente sin mascarilla, pero se adaptarán su problemas”, añade el jefe de Pediatría del Materno Infantil Teresa Herrera de A Coruña, Jerónimo Pardo.

Tampoco el hecho de no tener contacto físico o poder compartir objetos con otros niños debería dejar huella en los pequeños salvo que la situación se alargue durante años, indican los expertos, quienes además diferencian entre los niños que van a la guardería y los que no. “Un niño de dos o tres años que vaya a la guardería interaciona con otros, están en grupos burbuja y me consta que los profesores trabajan a nivel emocional con ellos”, explica la psicóloga infanto-juvenil Sandra Izaguirre, quien reconoce “que si el niño está en casa y sin contacto con otros, sí puede tener más problemas a la hora de socializar”. “Es cierto, ya antes de la pandemia, que hay aspectos del desarrollo en los que los niños que no van a las guarderías tardan más, pero depende siempre de cada niño. Dos hermanos pueden hablar uno antes que otro, por ejemplo”, añade Amparo Rodríguez.

“Los niños menores de 3 años ven normal que no haya contacto físico, por ejemplo, no recuerdan nada anterior. Creo que esto puede influirles si se prolonga en el tiempo, si se sigue con estas restricciones y este aprendizaje cuando lleguen a los seis años sí que puede afectarles a su manera de socializar, a ser más individualistas”, indica esta especialista.

Los expertos resaltan, además, que el peor momento de la pandemia para los niños fue el confinamiento. “Fue terrible. El no poder salir a la calle, no estar al aire libre... es algo que creo que ya no se volverá a hacer de este modo porque fue lo que más repercusión tuvo en los niños”, señala Jerónimo Pardo. La pediatra Amparo Rodríguez le da la razón y aunque asegura que los problemas en el desarrollo del niño son “puntuales” alude a que algún compañero sí vio durante el confinamiento “niños de entre 12 o 15 meses” que iban algo por detrás de lo esperado a esas edades. Aunque, insiste, los pediatras se rigen por unos parámetros genéricos pero “cada niño tiene un ritmo” y no siempre ir algo por detrás supone que haya algún problema.

Todos coinciden además en que a menor edad, mejor llevan los menores la pandemia. “Los niños muy pequeños ahora que salen a la calle, van al colegio... aunque sea con mascarilla o haya que usar el gel no lo notan tanto. Lo llevan peor los que son algo mayores que son más conscientes de los problemas, que pueden leer las noticias y esto les genera estrés o incertidumbre”, indica Jerónimo Pardo. Una opinión que comparten la psicóloga Sandra Izaguirre y la pediatra Amparo Rodríguez. “Los adolescentes son los grandes olvidados de la pandemia. Los psicólogos vemos más problemas en niños a partir de 10 años”, señala Izaguirre. “Los adolescentes lo llevan peor que los niños porque las restricciones les impiden ver a sus amigos, empoderarse”, añade Rodríguez, quien recuerda que el hecho de estar un día triste o dormir mal, no debe ser causa de consulta pero sí cuando noten que el problema va a más.