El perfil del paciente con COVID que acaba en el hospital ha cambiado a lo largo de esta quinta ola. Si en julio la edad media de los ingresados en el Hospital de A Coruña había descendido hasta los 45 años, ahora ha vuelto a subir y gran parte de las 56 personas que ayer estaban en una planta COVID de este centro coruñés “tienen más de 60 o 70 años”, explica el doctor Álvaro Mena, de Medicina Interna. Además, “la mayoría” están vacunados, lo que hace que pese que vuelve a haber mayores hospitalizados, “su situación es menos grave que durante la primera ola de coronavirus”, indica Mena.

Antes de la campaña de vacunación, durante las dos primeras olas, hasta el 80% de quienes ingresaban en A Coruña con COVID superaban los 75 años. Pero todo cambió al llegar la quinta ola. Con la mayoría de ese colectivo ya inmunizado y con gran parte de los menores de 50 todavía sin la pauta completa o sin ninguna dosis, el Hospital de A Coruña vio en julio cómo rejuvenecían las plantas COVID. “Vimos cómo la edad de los afectados bajaba y teníamos a muchos pacientes de 30 o 40 años que estaban sin vacunar o en proceso”, indica Mena, quien reconoce que a medida que fue avanzando la vacunación en estos grupos de edad “paró la llegada de este tipo de pacientes” y volvió a subir la edad de los ingresados.

“Ahora mismo la mayoría son gente de más edad y que ya están vacunados o en proceso, es decir, igual se han puesto la segunda dosis pero todavía no pasaron las dos o tres semanas que se precisa para la inmunidad”, indica este doctor coruñés, que habla de dos tipos de pacientes y recuerda que siempre que haya una elevada tasa de transmisión del virus en la calle, habrá casos en los hospitales. “Por una parte tenemos a gente mayor con patologías de base que suelen ingresar varias veces al año y que, en el cribado que hacemos a todos los pacientes, se detecta que son positivos. Es decir, puede ser una persona de 80 años con un problema cardíaco u otra dolencia y que además tiene COVID, pero éste no es el motivo del ingreso y no presenta problemas respiratorios”, explica Mena, quien reconoce que al margen hay otros pacientes ya vacunados que sí ingresan a causa del coronavirus aunque ahora lo hacen menos graves que en la primera ola. “La vacuna previene de la enfermedad grave y esto se nota porque aunque la incidencia de esta quinta ola es muy superior a la de la primera y segunda ola y a la par de la tercera, la mortalidad no tiene nada que ver”, indica.

Pacientes inmunodeprimidos

Entre quienes se han convertido en muy vulnerables en esta quinta ola a nivel mundial están los pacientes inmunodeprimidos —en EEUU ya representan la mitad de ingresados con COVID—, un grupo muy dispar que incluye desde quienes se han sometido a un trasplante o reciben quimioterapia a quienes tienen una enfermedad autoinmune o toman corticoides. “El riesgo no es igual en todos”, matiza Mena, quien explica que mientras un paciente hematológico “sí tiene más riesgo de desarrollar enfermedad grave, alguien que toma corticoides tiene más riesgo de infectarse pero no de estar grave”.

Los pacientes inmunodeprimidos tienen debilitado —bien por la enfermedad o bien por los tratamientos que siguen— su sistema inmunitario y esto les hace más vulnerables a contraer infecciones incluso aunque tengan la pauta completa de la vacuna. “Por una parte porque hay casos donde tienen peor respuesta a la vacuna que el resto de la población, y en otros aunque sí generan anticuerpos, la respuesta inmunitaria se pierde antes. De ahí que figuren entre los grupos prioritarios a la hora de recibir una tercera dosis de la vacuna”, sostiene este especialista de Medicina Interna, que reconoce que en el hospital han visto algún paciente mayor, inmunodeprimido y sin vacunar en estado muy grave. “En estos casos aunque estén inmunizados deben extremar las medidas de seguridad como el uso de mascarillas en interiores”, señala.

Otra peculiaridad de los ingresos en esta quinta ola fue el aumento de las embarazadas que acababan en el hospital por COVID. “Si en la primera ola fue algo anecdótico, una o dos, en esta hemos tenido más casos”, indica Mena, sin concretar la cifra exacta. Ocurrió en todo el país y se debe a que en algunos casos, las futuras madres decidieron no vacunarse cuando les tocaba por edad ante las dudas que inicialmente había sobre la inmunización durante la gestación. Durante el último trimestre, las embarazadas tienen un mayor riesgo de desarrollar COVID grave si se contagian del virus.

Evolución

Pese al aumento en la edad media de quienes ingresan en el área sanitaria coruñesa en las últimas semanas, lo cierto es que la evolución es favorable y desciende progresivamente la cifra de ingresados. Solo en 15 días bajó un 43% al pasar de los 103 hospitalizados que había en la demarcación el 16 de agosto a los 58 de ayer. La cifra en UCI se mantiene similar, con 16 pacientes.

A la hora de predecir cómo será la situación en el hospital coruñés en las próximas semanas, Mena apunta a mirar principalmente “cómo esté el virus en la calle” y también “a cómo se comportan las vacunas pasado un tiempo desde que se administraron, hay que ver si la inmunidad perdura o no”. Mena asegura que aunque sabían que al unirse el verano con el avance en la vacunación “y cierto cansancio” en la poblacion,habría un repunte de casos, esta ola es “más intensa” de lo que esperaban.