Un total de 126 coruñeses se quitaron la vida el pasado año, lo que supone una media de un suicidio cada tres días y sitúa a la provincia de A Coruña como la séptima con mayor número de muertes autoinfligidas de toda España, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Pese a que en el conjunto del país el año de la pandemia supuso récord de suicidios —se llegó a 3.941, la mayor cifra desde que hay informes (año 1980)—, A Coruña registró un ligero descenso (cuatro menos) y los 126 suponen el segundo mejor dato de la última década.

Pese a situarse todavía entre las provincias españolas con más suicidios —solo por debajo de Barcelona (388), Madrid (373), Valencia (221), Alicante (170), Málaga (163) y Sevilla (160)—, A Coruña ha bajado algún puesto ya que en 2019 era la quinta con más muertes de este tipo a nivel estatal. En el caso de Galicia, la provincia coruñesa concentra cuatro de cada diez suicidios que se producen en la comunidad, seguida por Pontevedra (103), Lugo (45) y Ourense (31). Eso sí, si se mira la evolución de los últimos doces meses, se observa que mientras en A Coruña y Lugo bajó el número de personas que se quita la vida (un 3 y un 15%, respectivamente) aumentó en Ourense (+7%) y sobretodo en Pontevedra (28%).

El resultado es que Galicia registró en 2020, un año marcado por la crisis sanitaria del COVID, un total de 305 suicidios —lo que supone un ligero incremento del 4% respecto a 2019— que la sitúa como la cuarta comunidad con más casos, solo superada por Andalucía (793), Cataluña (556), Comunidad Valenciana (440) y Madrid (373). Pero pese a situarse entre las autonomías más afectadas, la evolución del suicidio en la comunidad gallega poco tiene que ver con la del conjunto del país. Mientras a nivel estatal las casi 4.000 muertes de este tipo en 2020 suponen la mayor cifra hasta la fecha (al menos desde el año 1980, el más lejano que recoge el INE), Galicia superó los 305 suicidios del pasado año hasta en dieciséis ocasiones desde 1980, seis de ellas en la última década. De hecho, la cifra máxima registrada en la comunidad está muy por encima de la de 2020: 372 en 1993 y 371 en 2014, según la estadística del INE.

En el conjunto del país, la cifra de suicidios aumentó en diez comunidades, bajó en seis mientras que en La Rioja se mantuvo estable. Si el análisis se hace por provincias, solo en 18 de las 52 —es decir, en un tercio— hubo un descenso en el número de casos. Toledo es la provincia con menos suicidios (9, casi la mitad que en 2019), seguida de Soria y Palencia, ambas con trece. Pero incluso entre quienes ocupan los últimos puestos de la clasificación hubo fuertes incrementos. Es el caso de Guadalajara, donde se duplicaron los casos hasta los 16.

Los datos del INE permiten también hacer una radiografía del perfil del suicida. En Galicia, es el grupo de edad de 50 a 54 años el que concentra más casos (cuarenta), seguido del de 80 a 84 (34) y de quienes tenían de 60 a 64 años (32). Además, hubo quince muertes autoinfligidas en jóvenes de 15 a 29 años y una entre niños menores de quince.

Pese a no registrar un aumento tan notable como el del conjunto del país, hay algunas franjas de edad que experimentaron un repunte mayor. La cifra de suicidios entre los que tienen de 50 a 54 años, de 60 a 64 y de 80 a 84 —justo donde se produjeron más casos— es la más alta de los últimos diez años, según datos del INE.

La estadística revela además que son principalmente los hombres lo que deciden quitarse la vida en la comunidad gallega. De los 305 suicidios registrados el pasado año en Galicia, siete de cada diez (un total de 219) estuvieron protagonizados por varones, frente a 86 en donde la víctima era una mujer. Las diferencias son enormes en todas las franjas de edad e incluso entre algunos grupos el número de hombres triplica al de la mujeres que se suicidan (cuatro casos en treintañeras por 17 en varones de su misma quinta o 31 hombres de 50 a 54 años, por nueve mujeres de esa edad) o los duplican: en 2020 se quitaron la vida 24 hombres que tenían entre 80 y 84 años, frente a diez mujeres y doce menores de 30 por tres chicas de esa franja de edad.

A nivel estatal también se aprecian estas grandes diferencias por sexos. De los casi 4.000 suicidios registrados durante el pasado año, las mujeres apenas representan algo más de un millar (1.011), frente a los 2.930 casos en varones. Todas la franjas de edad experimentan una gran diferencia por género salvo los adolescentes ya que, entre los menores de 15 años que se quitaron la vida en 2020, hubo equilibrio: siete chicas y otros tantos chicos.

La salud mental, la otra epidemia

Hace meses que los expertos advierten de que, cuando finalice la pandemia, llegará una oleada de problemas de salud mental, algo que ya se nota en las consultas de psicólogos y psiquiatras. El confinamiento obligado, la pérdida de familiares a los que en algunos casos no se pudo despedir, los problemas laborales y sociales o la ansiedad por las continuas restricciones hicieron mella en muchos ciudadanos y los menores no quedaron al margen. Ya en marzo de este año, desde el Colegio de Psicoloxía de Galicia se alertaba de que los profesionales “estaban desbordados” ante la demanda de niños y adolescentes que precisaban de sus servicios. Ansiedad, TOC o depresión eran los problemas más atendidos, algunos ya preexistentes anteriormente pero que no dieron la cara hasta que estalló la pandemia de coronavirus. También desde la Asociación de Pediatría de España alertaban en verano de que se habían duplicado “los casos de urgencias psiquiátricas infantiles, los trastornos de conducta alimentaria, de ansiedad, trastornos obsesivo-compulsivos, depresión y las autolesiones e intentos de suicido en adolescentes”.

Desde el Movemento Galego de Saúde Mental también denunciaron ya en 2020 que el sistema sanitario no estaba preparado para la gran demanda que iba a provocar la pandemia. Se precisaban, aseguraban, más profesionales para evitar largas esperas para ser atendidos en el Sergas. En el caso de los niños, incluso las consultas privadas llegaron a tener lista de espera.