Arquitecto, educador y activista, el burkinés Francis Kéré se convirtió ayer en el primer premio Pritzker africano, no solo por su espectacular trabajo arquitectónico, “fuente de continua y duradera felicidad y alegría”, sino también por su compromiso social. “En un mundo en crisis [...], nos recuerda lo que ha sido, y sin duda seguirá siendo, una piedra angular de la práctica arquitectónica: un sentido de comunidad y calidad narrativa que él mismo es capaz de contar con compasión y orgullo”, señala el fallo del jurado.

Es pionero de una arquitectura sostenible en zonas de extrema escasez, lo que le ha valido este reconocimiento, considerado como el Nobel de la Arquitectura, y dominado en sus 43 ediciones por arquitectos japoneses, europeos y estadounidenses. “Es a la vez arquitecto y servidor, mejora las vidas y las experiencias de los ciudadanos en regiones del mundo a veces olvidadas”, señaló el presidente de la Fundación Hyatt, Tom Pritzker, al anunciar en Chicago (EEUU) el galardón.